domingo, 23 de junio de 2013

10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0 (Parte primera)


Es la típica cuenta atrás que todos conocemos y empleamos en algunas ocasiones. Pero no es de cualquiera de ellas de la que quiero hablarles, no. La que les traigo es “la” cuenta atrás.

La más famosa de todas las cuentas que en el mundo han sido. La madre de todas.

Y sí. Es la que tiene en mente: la de los lanzamientos de los cohetes espaciales.

Como es de sobras conocido por muchos, todo lanzamiento de un cohete espacial que se precie, va siempre precedido de su consabida cuenta atrás.

Pero lo que no es tan conocido por tantos, es que esta costumbre no tuvo sus orígenes en la era espacial, como muchos podríamos pensar y resultaría lógico por otra parte. No. El asunto viene de algo más atrás en el tiempo.

La realidad es que, esta forma de contar, es fruto de la ficción de una película y de la imaginación de un director de cine. De nuevo Arte y Ciencia juntos. Y una vez más la ciencia-ficción le marca a la ciencia el camino a seguir.

Qué cosas tienen a veces la historia de las cosas que ocurren. Una pequeña historia, la del conteo, que tiene su intrahistoria.

Intrahistoria de la historia
Como les decía, no fue una idea de los técnicos de la NASA o de cualquier otro centro de investigación espacial, la cuenta atrás de los lanzamientos.

En realidad fue inventada por el cineasta alemán Fritz Lang, para la que fue su última película muda, estrenada en 1929. Su título, 'La mujer en la Luna'.

A este largometraje debe su origen y popularidad la cuenta de marras. Una película en la que se fantaseaba con la idea del primer viaje a nuestro único satélite, y su momento cumbre era, obviamente, el lanzamiento del cohete.

Una circunstancia que Lang mostró no sólo con todo lujo de detalles científico-técnicos. También la dotó del máximo suspense posible. Como director quería que los que la vieran, se quedaran paralizados en sus asientos en el momento del despegue. Natural.

Y para ello pensó que si empezaba a contar a partir de uno, nadie sabría cuándo terminaría la cuenta, lo que le restaría tensión a la escena. Pero que si lo hacía desde diez hacia atrás, todos sabrían que la cuenta acabaría en cero.

Lo que le daría un dramatismo añadido a la situación.

No sólo daría una sensación de límite a la cuenta, sino que resultaría más eficaz desde el punto de vista de la economía narrativa ¿Despegaría o no despegaría? El suspense estaba servido. Perfecto. (Continuará)


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