“Verdad”, es la más reciente obra del cotizadísimo artista británico Damien Hirst y la cuarta, si las cuentas no me fallan, que les enroco. Todo sea por el arte y la ciencia. En esta ocasión escultura y anatomía.
Como ya habrán visto, Verity, es una mujer desnuda y embarazada que, con actitud heroica y espada en mano izquierda, muestra los órganos internos de la mitad de su cuerpo, incluido un feto.
“Una alegoría moderna de la verdad y la justicia”, a decir de su autor. Será. Pero lo cierto es que no son muchos los que piensan como él.
De hecho son más que muchos los parroquianos de la población costera de Ilfracombe -en el condado de Devon (sur de Inglaterra), donde ha sido instalada-, que se muestran disconformes con su presencia allí.
La tachan de “pornográfica”, “monstruosidad indecente”, “inmoral”, “obscena”, “porno ligero enmascarado de arte”, “ofensiva”, “desagradable”, “grotesca” y hasta de “insulto para las mujeres”. Ya se sabe que el gusto va por barrios.
Como los intereses
Porque han de saber que esta estatua de bronce, que mide veinte metros (20 m) de altura y tiene una masa de veinticinco toneladas (25 t), ha sido donada por Hirst a la localidad de Ilfracombe, en cuyos alrededores vive y donde, por esas casualidades que ofrece la vida, posee un restaurante. Una decisión que las autoridades locales han visto con buenos ojos, al considerar que, si bien como obra arte “divide a la gente”, no es menos cierto que moderniza la imagen del puerto y puede ayudar a traer turismo.
Pero a lo que vamos. No es ésta la primera vez que la obra del artista levanta ampollas. Ya hemos puesto en negro sobre blanco los dos logros que tiene en su haber: ser el artista vivo mejor pagado del mundo y tener el mayor número de obras polémicas.
Lo que no es poco. No señor.
Han de saber que hay repartidas por el mundo otras estatuas de Hirst, de similares características y semejante capacidad de provocación, que tampoco se libraron de la polémica. En concreto una serie llamada “La Madre Virgen”.
The Virgin Mother
Una de ellas se instaló en la Royal Academy de Londres hace seis años. Otra fue adquirida por un magnate del negocio inmobiliario, Aby Rosen, para decorar una plaza en Nueva York.Y una tercera versión en color, fue ubicada junto al Museo Oceanográfico de Mónaco hace tres años, con motivo de una retrospectiva de Hirst titulada Cornucopia.
Nadie puede negar, que jugar con la anatomía hasta el extremo de lo ético, es lo que mejor se le da a Hirst, y con muy buenos resultados como a la vista está.
Ya ganó fama y polémica, a partes iguales, con la serie Natural History -animales preservados, y a veces diseccionados, en formol- con la que iniciamos esta serie de entregas hirstesienses.
Pero ya antes de él, hubo quien jugó a epatar con la anatomía humana y otros motivos. En esta vida siempre hay alguien que es más que uno. Y los clásicos nos tienen avisados, Nihil novum sub solem.
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