Éste de unas supuestas charlas entre el genial y parlanchín físico y un hipotético barbero escuchante, forma parte de una saga de buenos libros de divulgación científica escritos por Robert L. Wolke.
Uno de esos libros que les recomiendo de vez en cuando, y en los que de forma sencilla, clara y amena nos enteramos, con rigor científico del cómo y el porqué, de esas cosas que a diario pasan a nuestro alrededor.
Unos fenómenos, tan cotidianos y frecuentes, que apenas le dedicamos un mínimo de atención, para intentar darles una respuesta lógica y científica, pero que resultan de lo más misterioso y sorprendente.
Para que vean que no les engaño, éstos son algunos de esos “misterios” de la vida cotidiana, resueltos de forma sencilla y entretenida, con lenguaje ameno y asequible y un mínimo de rigor científico:
- ¿Por qué los pájaros no se electrocutan cuando se posan sobre los cables eléctricos de alto voltaje?
- ¿Podemos reconocer por el olfato la proximidad de la lluvia?
- ¿Por qué se siente el piso del baño tan frío con los pies descalzos?
- ¿Se ha preguntado alguna vez por qué el océano es azul?
- ¿Por qué los espejos invierten la imagen de derecha a izquierda pero no de arriba abajo?,
- ¿A qué valor el voltaje eléctrico puede ser peligroso?
- ¿Por qué el Llanero Solitario utiliza balas de plata?
- ¿Se puede sobrevivir a la caída un ascensor saltando justo antes de llegar al fondo?
- ¿Por qué las armas hacen girar las balas?
- ¿Sería posible escuchar la radio mientras se viaja en un automóvil a la velocidad del sonido?
Y así más de un centón de preguntas curiosas sobre temáticas diversas, cuyas correspondientes respuestas nos ayudan a comprender mejor el mundo que nos rodea. Lo que, créanme, termina proporcionándonos una gratificante sensación de pertenecer a la categoría de animal racional.
Pero les decía que éste de hoy forma parte de una saga de libros cuyos títulos empiezan ‘Lo que Einstein…'. Porque son varios.
Y a ‘Lo que Einstein le contó a su barbero’ hay que sumarle: ‘Lo que Einstein le contó a sus amigos’, ‘Lo que Einstein le contó a su cocinero (1)’ ‘Lo que Einstein le contó a su cocinero (2)’, ‘Lo que Einstein no sabía’.
Todos ellos comparten, aparte del obvio comienzo del título y el estilo literario apuntado, dos o tres detalles.
Uno, la escasa presencia en su contenido, de la figura del físico y su nombre. Curioso porque no aparece más de tres o cuatro veces.
Otro. La sencillez y eficacia de su estructura. Se plantea una pregunta y el autor la responde. Para qué más.
Estotro. Su conjunto nos hace ver la ciencia como un logro del intelecto humano; como algo propio y exclusivo de nuestra especie. Un conocimiento al que tienen derecho todos los ciudadanos, sin distingo de raza, credo o condición social. Una maravilla a mi modesto entender.
Por último del autor, Robert L. Wolke, reseñarles que es profesor emérito de Química en la Universidad de Pittsburgh y columnista de alimentos para el Washington Post.
Un conocido y reconocido educador y conferenciante, que goza de una extraordinaria reputación por su capacidad para impartir ciencia de forma comprensible y agradable. Lo hace además acompañándola de un sentido del humor envidiable. Así que extraordinaria y merecida.
Recuerden:
Lo que Einstein le Contó a su Barbero
Robert L. Wolke
Editorial MA NON TROPPO, 2003
Debería realizar críticas de libros de divulgación científica, conmayor frecuencia
ResponderEliminarMuy buena la reseña.
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