Es la pregunta con la que me espetaba hace unos días un seguidor del blog y del programa Las mañanas de Onda Sevilla Radio que, en la emisora Onda Sevilla Radio 106,2 FM Sevilla, presenta y dirige Paco Palma.
Un programa en el que tengo el privilegio de colaborar semanalmente con la sección Ciencia y Sevillanía, y en la que, precisamente, hablamos no hace mucho de ese lienzo custodiado en la Catedral de Turín y que algunos dan en llamar Sábana Santa.
Que así le dicen. Lo que no significa que lo sea. Que del dicho al hecho, ya saben lo del largo trecho.
Estas cosas pasan.
Pero a lo que iba que me voy. Les decía de la pregunta y ahora les hablo del lector y escuchante que, aunque se definía escéptico, también se declaraba creyente. Un incómodo binomio.
De ahí, supongo, su dilema cognitivo. Casi un oxímoron religioso-científico. Comprensible, por tanto, su preocupación intelectual entre razón y fe.
Logos y pathos
El eterno roce entre el logos y el pathos. Dos duros pedernales, frutos del intelecto humano, de los que siempre, siempre, saltaron chispas eléctricas. Unos fulgores que en el campo de las religiones, provocaron no pocos y destructivos incendios. Estas cosas pasan también.
Y por lo que se ve siguen pasando. Razón y fe aún mantienen las espadas en alto, en pleno siglo XXI. Buena prueba de lo que les digo es el e-mail del que les hablo.
Y en el que su remitente me comentaba que había leído lo de la resurrección, en un par de sitios cibernéticos o más, pero que no alcanzaba a comprender del todo su significado pleno. Al parecer, por lo que había entendido, se podría utilizar el ADN de la sangre de Cristo, que supuestamente se encuentra en la Sábana Santa, para resucitarle.
¿Era eso posible con el actual estado de conocimientos de la ciencia? ¿Pueden estos avances, clonar a Jesucristo? ¿Cuál era mi opinión al respecto?
Estarán conmigo que a poco que se piensen las reflexiones son de calado y tienen su aquél.
Si está en los escritos bíblicos la segunda venida de Jesús a la Tierra y la tecnología actual lo podría posibilitar de alguna forma, ¿por qué no provocar nosotros mismos esa vuelta al mundo del Hijo de Dios? ¿Por qué no jugar a ser el mismo Dios?
Total, si estamos hechos a su imagen y semejanza ¿qué nos impide meternos en faena?
Bueno, bueno, bueno.
La verdad es que, dicho así, la pregunta no sólo tiene un hondo calado, sino que es toda una carga teórica de profundidad a las creencias, además de un reto empírico para las ciencias ¿Milagro, ficción o realidad? ¿Podemos clonar a Cristo?
¿Milagro, ficción o realidad? ¿Podemos clonar a Cristo?
Sabiendo que los humanos, por sí mismos, no pueden hacer milagros, si es que los milagros existen. Y que la ficción no tiene límites aunque, por desgracia, sea sólo eso, nada más que ficción. Únicamente nos resta la alternativa de la realidad -y la ciencia como forma y método de conocerla-, para intentar dar una respuesta a semejante cuestión.
Y partiendo de la base de que hay muy pocas cosas imposibles en esta vida, sobre las que la ciencia pueda emitir tal afirmación, lo cierto es que ésta de la clonación -prefiero este término al de resurrección por estar más al alcance humano-, por las abundantes pruebas de las que disponemos, es una de ellas.
Abro un paréntesis reflexivo antes de continuar.
Conviene no olvidar a este respecto de la posibilidad o no de un fenómeno que, para la ciencia, una cosa es que algo esté (aún) inexplicado, y otra bien distinta que, por ello, sea inexplicable.
Trato de fijar la idea de que inexplicable no es sinónimo de inexplicado, ni muchísimo menos. En realidad la experiencia nos dice que entre ellos y lo explicado solo hay una cuestión de tiempo.
Por simplificar, me viene a la mente el simpático aforismo de Murphy, adjudicado nada menos que al gran Aristóteles: “Siempre se debe preferir el posible improbable al imposible probable”. Pues eso. Cierro el paréntesis.
Sin embargo, a pesar de lo dicho, ¡no es posible clonar a Cristo!
No al menos a partir del supuesto ADN, de la inexistente sangre, del suspecto Cristo que, dicen unos, se encuentra en la fraudulenta, demuestran otros, Sábana Santa.
¡No es posible clonar a Jesús de Nazaret!
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