Verán que he cambiado la forma de nombrar al hijo del Dios cristiano, que utilizó el remitente del correo. Personalmente prefiero Jesús o Jesús de Nazaret, antes que Cristo o Jesucristo.
La razón es semántica. Cristo, en realidad, no es ningún nombre. Es un título y significa “ungido”. De modo que Jesucristo es “Jesús el ungido”. A mí me gusta más Jesús o Jesús de Nazaret. Una cuestión de gusto, claro.
Y volviendo a lo que nos trae, lo dicho. No es posible clonar a Cristo. Una afirmación a la que no le faltan argumentos lógicos y empíricos, muchos de los cuales han sido ya enrocados y radiados en más de un programa y emisora.
Baste por tanto recordar ahora, sólo algunos de ellos y la característica que comparten: Todas demuestran que el lienzo de Turín no es auténtico. Nunca envolvió el cuerpo de Jesús.
No es más que una falsificación medieval. Una falsa reliquia que se pretende pasar por auténtica, de modo que, por no ser, no es ni siquiera un icono.
La sábana es sinónimo de impostura religiosa, con la finalidad de defraudar a los creyentes. Un fraude con intenciones crematísticas, ¿es que hay otras?.
Luego no. No se puede resucitar a Jesús a partir de los restos genéticos del lienzo, ya que su cuerpo nunca estuvo en contacto con él ¡No es posible clonar a Jesús de Nazaret!
Algunas pruebas científicas de la impostura
1.- Es una falsa reliquia. La primera de las pruebas que tenemos sobre dicha falsedad es de 1389, al poco tiempo de aparecer misteriosamente en Francia, cuando el obispo Pierre dÁrcis ponía sobre aviso por carta al papa Clemente VII. El lienzo era una falsificación denunciada por Henri de Poitiers. Una advertencia de la que el Papa, haciendo caso de las pruebas documentales aportadas, tomó buena nota prohibiendo inmediatamente su exposición.
Y con dicha medida vaticana, la sábana inició su particular travesía del desierto, que duró cinco siglos. Quinientos años durante los cuales nadie habló ni oyó hablar de la cuestión sabanera.
Estaba claro para todo el mundo que se trataba de un fraude. Uno más como tantos otros.
Porque no fue hasta 1898, cuando el abogado y fotógrafo Secondo Pía realizó las primeras imágenes fotográficas, que hicieron al lienzo de nuevo popular. Se ve que el tiempo lo borra todo. O casi. Por lo que la ciencia tuvo que volver a poner las cosas en su sitio.
2.- No son manchas de sangre. Poco tiempo después, y ante la afirmación sabanera de que las manchas rojas del lienzo eran de sangre, sangre de nuestro señor Jesucristo, en 1978 el científico estadounidense Walter McCrone, un sindonólogo para más inri, hizo un estudio analítico de su naturaleza y estructura química.
Sus resultados demostraron que dichas manchas no eran de sangre, sino de productos químicos utilizados como pinturas a lo largo del siglo XIV. Ni rastro de sangre en ese análisis, ni en los que realizaron posteriormente otros laboratorios independientes.
Ningún análisis genético fiable ha encontrado el menor rastro de hemoglobina en su composición. Otra prueba científica, una más, de la falsedad sabanita. Pero no la última en su truculenta historia.
3.- Prueba del C-14. Tan solo diez años después del asunto de las falsas manchas de sangre, la Iglesia autorizaba que al lienzo se le aplicara el método de datación del carbono-14, para averiguar su antigüedad. Una especie de prueba del nueve (9).
Con una fidelidad de al menos un noventa y cinco por ciento (95 %), dicho método lo dató como un lienzo medieval realizado entre 1260 y 1390. Unas fechas coincidentes con las primeras pruebas documentales que se tienen de la aparición del mismo y de la denuncia de la que fue objeto.
Como no había dudas, sin demora alguna, la misma Iglesia se apresuró a hacerlo público. También para ella, la así llamada Sábana Santa por algunos, no era más que una impostura religiosa hecha con el ánimo de defraudar la creencia cristiana.
Por no cansarles dejo aquí el prontuario de pruebas científicas. Ya saben que pueden encontrarlas en el blog, pero, añado una evidencia que no había enrocada hasta ahora.
Resulta, que desde el mismo campo del mundo de lo esotérico y oculto, también se levantan voces acerca de la falsedad de la tela. Lo que estarán conmigo tiene tela marinera. Tela que cortar, del telón crematístico del falso sudario.
Del sudario porque aquí, la frase de nuestro papa Francisco, sin el ordinal, gracias Julio Castroviejo, no es aplicable. (Continuará)
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