Esta sevillana calle que se encuentra al NE de la ciudad, en concreto en la Urbanización Jardines del Edén. Ni que decir tiene que con tales referencias bíblicas en sus nombres, no nos debe extrañar lo más mínimo que empiece y acabe en las calles Éufrates y Tigris.
Los dos grandes ríos mesopotámicos, que configuraron una de las cunas de la civilización, y que nacen en las montañas del este de Turquía.
Una región en la que, según el relato bíblico del libro del Génesis, Dios puso al hombre, después de haberlo creado a partir del polvo de la tierra.
De la tierra del Edén, un sinónimo para los cristianos de paraíso. Dos supuestas realidades, las de edén y paraíso, que en realidad, no son lo mismo. Pero bueno, esa es otra cuestión y además una creencia religiosa.
Y precisamente, siguiendo en este terreno de la religión, pero volviendo a nuestro lugar de partida, la calle Séptimo Día, recordar que siete (7) es el número de días que constituyen una semana en la actualidad.
Pero también el tiempo que tardó Dios en crear los cielos, la tierra, y todo lo que hay en ellos. Eso al menos nos dicen también los textos sagrados. Unos textos que, como es sabido, su aceptación exige de un acto de fe. Hay que creerlos sí o sí.
Una exigencia que no existe en la ciencia. No. Ella es otra cosa. No aspira a tanto. De hecho sólo necesita pruebas. Y quizás eso sea lo peor que tiene.
Sólo le sirven las pruebas. No valen, por ejemplo, los testimonios. Ninguno. Ni hablados ni escritos. Y hasta aquí.
De la semana creadora y creativa de Dios, nada más que decirles. De la semana terrenal y humana ya hemos enrocado bastante. Al menos por ahora. Ya saben.
Nunca digas, nunca jamás.
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