(Continuación) Con él se avanzó, no sólo en el conocimiento de algunas enfermedades neurológicas y su tratamiento, también se hizo en el desarrollo de terapias de regeneración de tejidos y en el estudio del cáncer.
Premio Nobel de 1986 en Fisiología y Medicina (conjuntamente con Stanley Cohen), “Por sus descubrimientos sobre los factores de crecimiento”.
La doctora Levi-Montalcini pertenece a ese selecto club, constituido por tan solo once (11) mujeres, cuyos méritos científicos se han visto reconocidos con un nobel.
Un número bien exiguo, para la más que significativa aportación de la mujer en el mundo de la investigación científica. Pero así están las cosas.
Sin embargo la Ciencia tiene género femenino, femenino singular.
En constante actividad
Autora de numerosos libros, hasta sus últimos días, estuvo interesada en la revolución digital y la necesidad de generar cambios la educación. Y eso que su vista era ya muy deficiente y necesitaba de su secretaria para utilizar Internet, una de sus herramientas favoritas. Bueno, pues aun así, seguía conservando parte de su vitalidad, fina ironía, contagiosa alegría y lucidez mental. Ya les hablé de su energía inacabable y su indomable carácter. Y su cerebro. (“Mi cerebro pronto tendrá un siglo, pero no conoce la senilidad”).
Desarrolló también una gran labor social como promotora de asociaciones para la lucha contra varias enfermedades degenerativas, además de promover la educación libre de las nuevas generaciones.
También fue Senadora Vitalicia italiana, por designación expresa del presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi, en reconocimiento a sus grandes méritos en el campo científico y social.
Científica comprometida y perseverante y mujer admirable, un ejemplo para la libertad y el renacimiento de la democracia en Italia. Sin duda, Rita Levi-Montalcini, fue una Hacedora de la Ciencia.
Se sabe, porque ella lo contó en más de una ocasión, que hablaba por teléfono cada domingo con su prima, la médica italiana Eugenia Sacerdote de Lustig (1910-2011). Una cosa es vivir alejadas y otra, bien distinta, estar distantes.
Nunca la distancia se opuso a la proximidad.
Eugenia es otra Hacedora de la Ciencia, que podría haber obtenido también el Nobel. Pero la vida la llevó por otros derroteros. Si lo desean le enroco su historia.
Ella es un buen ejemplo del club de ignoradas del Nobel. Uno tan selecto, científicamente hablando, como el de galardonadas, pero más exiguo si cabe. Apenas media docena. Una auténtica barbaridad.
Ciencia tiene género femenino, femenino singular.
Enhorabuena por esta entrada, actual y precisa.
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