domingo, 16 de diciembre de 2012

Si me enfado mucho, ¿puedo transformarme en Hulk?


Coincidirán conmigo en que la frase que intitula la entrada es bien gráfica y motivadora.

Gráfica porque la imagen a la que nos transporta, un descomunal y furibundo monstruo verde dando mamporrazos a diestra y siniestra, forma parte de la memoria colectiva de muchos de nosotros.

Un color, un tamaño y una superfuerza ficticias, que si lo piensa, casi de manera inconsciente e irreflexiva, tiene para nosotros una lógica y, casi científica, real razón de ser.

Un lugar común por tanto, que nos lleva a preguntarnos si la ira puede transformar a las personas, como lo hace con Hulk. No está mal traído. No.

Y por no retardar la respuesta, les doy un titular.

Desde ya les digo que sí. En el mundo real, enfadarse también tiene consecuencias físicas, químicas y biológicas parecidas a las que experimenta el organismo de Bruce Banner.

Pero, ojo, tan solo parecidas. Y, atención, no todas. Después volveremos sobre este punto. Antes termino lo que empecé.

Gráfica y motivadora les decía ya que se trata, así al menos lo veo, de una magnífica asociación que resulta interesante, desde el punto de vista racional y científico, y evocadora, desde el emocional y particular.

Luego estamos ante una temática, que tiene muchos de los requisitos para ser enrocada. De hecho, por mucho menos, otras han aparecido en este negro sobre blanco cibernético.


Entre evocadora e interesante
Evocadora porque, no en vano, retrotrae a las lecturas gráficas de la adolescencia. Al mundo de los superhéroes, perteneciente a la galaxia del cómic, en el universo de la ciencia-ficción. Una buena introducción a la lectura para un niño.

E interesante porque relaciona un estado anímico de lo más humano, la ira, con un superpoder sólo propio de un superhumano, la superfuerza. O sea que establece un puente entre la ciencia y la ciencia-ficción.

¿Es posible esto? Y de ser así, ¿qué puede haber de cierto? ¿Cuánto hay de ciencia y cuánto de pseudociencia?

Para poder responder a estas cuestiones, si me lo permiten, voy a ordenar cronológicamente la información de la que dispongo. Y empiezo, claro, por el principio. Con el cómic, el superpoder y el superhéroe.

O lo que es lo mismo con El Increíble Hulk, la superfuerza y el científico Bruce Banner y su 'alter ego' Hulk.  O La Masa, nombre con el que era conocido nuestro personaje en la década de los sesenta del pasado siglo XX.

Un superhéroe de la factoría estadounidense Marvel Comics, creado por el guionista Stan Lee, el dibujante Jack Kirby y el entintador Paul Reinman. Y que aparece, por primera vez, en el número 1 de la revista de cómics The Incredible Hulk, en mayo de 1962.

Como seguro saben, el protagonista de la historieta es el doctor Bruce Banner, inventor de una supuesta ‘bomba gamma’ y que, desgraciadamente, durante la primera prueba explosiva se ve sometido, de forma involuntaria, a la radiación gamma.

Una peligrosa situación provocada por las maquinaciones y el sabotaje de un espía comunista. No hay que olvidar en qué momento histórico real transcurre la ficticia acción: plena guerra fría posbélica europea.

¿Y qué dice la ciencia-ficción del cómic?

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