jueves, 20 de diciembre de 2012

Entonces, ¿me transformo en Hulk, o no?


Bueno, exactamente, en Hulk no.

Cuando las personas nos ponemos furiosas, experimentamos también transformaciones, parecidas es cierto, pero son otras. Aunque tienen una ventaja con las que sufre el monstruo verde.

No necesitamos haber sido irradiados previamente con una bomba de rayos gamma. Lo que quieras que no, y sabiendo ya lo que sabemos sobre la radiactividad, no deja de ser un detalle que agradecer.

No seremos como Hulk, pero guardamos ciertas semejanzas con él. Esto lo sabemos por una investigación que se realizó hace unos años en la Universidad de Valencia.

Por una parte, sí 
Se tomó una muestra de treinta (30) individuos seleccionados, a los que se enfadó con su consentimiento, y se les midieron distintos parámetros de su funcionamiento orgánico.

Del análisis e interpretación de los resultados se dedujo que todos sin excepción, ellos y nosotros, tenemos un monstruo en nuestro interior.

También se comprobó que bajo la emoción que conocemos como ira o rabia, y que manifestamos con un estado de enfado muy violento y ciertos deseos de venganza, subyacen fenómenos físicos y bioquímicos como el aumento del ritmo cardíaco (frecuencia), la presión sanguínea (tensión arterial) y los niveles de adrenalina y noradrenalina.

A la vez que disminuye el de cortisol, la hormona del estrés, y la actividad cerebral se incrementa.

Además, y este detalle tiene su importancia, en lo que respecta a la mutación humana experimentable, se incrementan los niveles de testosterona, que es una hormona que en el mundo del deporte está considerada un esteroide, pues aumenta la fuerza muscular.

Como pueden apreciar no nos convierte en un superhéroe pero, a nuestro nivel humano, nos hace parecernos en buena medida a la bestia verde. Incluso en lo que se refiere al amor.

Pero por otra, no 
Lo que tiene pocas probabilidades de conseguirse es el hecho de que nos pongamos verde. Pero, ojo, no anda la cosa descaminada. Podemos lograr un digno amarillo verdoso.

Y del que además conocemos la razón científica.

Se debe a la disminución que experimenta la presión sanguínea cuando nos irritamos, y la consiguiente disminución de la cantidad de sangre que llega a nuestra piel. Lo que a su vez hace que ésta tome un color más pálido; una tonalidad que algunos pueden ver de color amarillo o, incluso, un poco verdoso.

Bueno pues hasta aquí lo que les puedo contar, que no conviene cansar. Y como detalle por su cincuenta (50) aniversario, me refiero al de Hulk, no está mal.

Tan solo añadiré que, en buena parte, algo de lo que les he contado en estas entradas lo pueden leer en el libro ‘La ciencia de los superhéroes’, escrito por Juan Scaliter, de la editorial Ma non troppo, 2011.

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