viernes, 21 de diciembre de 2012

¿Cuándo se hizo la primera radiografía? (I)


Con esta peculiar cuestión se iniciaba el turno de preguntas correspondiente al último seminario que di sobre Electromagnetismo, la primavera pasada. Y digo peculiar porque el estudiante interesado tenía unas razones, podríamos decir, algo cotillas.

Comentó de pasada, que recordaba que dicha radiografía era de una mano con un ‘pedrusco’ enorme en uno de sus dedos y que correspondía a una señora. Pero poco más pudo decir.

Y claro, quería saber si yo sabía algo de esa historia. A quién pertenecía la mano, de qué era el anillo (él lo llamó pedrusco) y si se trataba en realidad, de la primera radiografía de la historia.

Vamos lo que se dice la intrahistoria de la radiografía.

Casualmente, estas cosas pasan, tenía a mano en el ordenador del laboratorio, una imagen de esa radiografía y al mostrársela asintió. Era ésa a la que él se refería. Y sí, le dije que era la primera de la Historia. Bueno, en realidad, no fue la primera. Aunque sí, sí lo fue.

Tomo consciencia de que, por darles una respuesta rápida me estoy liando y, lo que es peor, les estoy confundiendo. De modo que lo mejor será, que no adelantemos acontecimientos y vayamos por partes. Principio quieren las cosas.

Principio quieren las cosas 
Fue el 8 de noviembre de 1895 -se han cumplido por tanto, en estos últimos días otoñales, el ciento diecisiete (117) aniversario- cuando el físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen (1845-1923), trabajando con tubos de Crookes y bobinas de Ruhmkorff, produjo una nueva clase de radiación electromagnética que se denominó rayos X o radiaciones Röntgen.

Estudiando las propiedades físicas de esas nuevas y extrañas radiaciones pensó en fotografiarlas y fue justo entonces, al coger una placa fotográfica de la caja, cuando descubrió que estaban veladas.

Y lo primero que pensó fue en establecer una, más que evidente, relación causa-efecto: habían sido impresionadas por los desconocidos rayos X.

Ésa fue su hipótesis científica que, rápidamente, quiso validar.

Experimentando que es gerundio 
Y diseñó un sencillo experimento para comprobar esta acción de los rayos sobre la emulsión fotográfica. Colocó sobre una placa una caja de madera con unas pesas en su interior y la sometió a la radiación. El resultado lo dejó estupefacto.

Los rayos X habían atravesado la madera de la caja e impresionado sobre la placa fotográfica la imagen de las pesas. Pesas que cambió por una brújula primero y, después, por el cañón de una escopeta, obteniendo los mismos resultados.

En todos los casos, la placa quedaba impresionada con la imagen del cuerpo que los rayos atravesaban. Con ellos se podía ver el interior de los cuerpos opacos, de cualquiera de ellos se pensó.

Un hecho sorprendente, como sorprendente era que se desconociera todo sobre la naturaleza y la forma en la que se originaban dichas radiaciones.

Esas fueron la causa y razón por la que su descubridor le puso de nombre rayos X, o lo que es lo mismo “rayos incógnita”, y que en la actualidad conserva. Se trata de una expresión que, si bien les da un sentido histórico, carece de carta de naturaleza al conocerse, hoy día, todo de ellos.

De ahí que, aunque sin mucha fortuna, se les llame también rayos Röntgen como muestra, también, de reconocimiento al físico. Que no dejó aquí sus estudios experimentales sobre los misteriosos rayos.

“Yo no pienso, investigo”
El siguiente y lógico paso científico que dio fue el de determinar el alcance de estas radiaciones; y lo hizo de la primera, y más sencilla, forma que se le ocurrió.

Pasó al cuarto contiguo, dejó allí una placa fotográfica y cerró la puerta. Al producir una nueva emisión de rayos, obtuvo la imagen de la moldura, el gozne de la puerta e, incluso, los trazos de la pintura que la cubría.

Increíble, pero cierto. Nunca lo hubiera imaginado. En su cuaderno de laboratorio dejó escrito: “En pocos minutos no hubo dudas sobre ello. Los rayos que salían del tubo tenían un efecto luminiscente en el papel.

Lo he probado con éxito a distancias cada vez mayores, incluso a dos metros. En principio parecía una nueva clase de luz invisible. Era claramente algo nuevo, algo no registrado”
.

No. No parece que, como algunos autores afirman, el descubrimiento de los rayos X fuera serendípico, es decir, se produjera por un accidente fortuito, por azar. (Continuará)

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