martes, 4 de diciembre de 2012

CUADRO VIRGEN DE LOS MAREANTES (II): PINTURA DE AMÉRICO VESPUCIO (1)


Ahí los tienen, retratados a los pies de la Virgen. Fernando II de Aragón y el emperador Carlos V (con la capa roja), junto a Cristóbal Colón, Américo Vespucio y uno de los hermanos Pinzón, que se muestran arrodillados.

Es un óleo sobre tabla que se encuentra en la Capilla de la Sala de los Almirantes, en los Reales Alcázares de Sevilla y que lleva por título el de Virgen de los Mareantes o de los Navegantes’.

Pintado entre 1531 y 1536 por Alejo Fernández (1475-1545), pintor del Renacimiento español de origen alemán y destacado miembro de la escuela sevillana, su contenido pictórico está dividido en dos partes.


En la inferior se representa el mar decorado con navíos, un elemento que, al decir de los expertos, supone una novedad dentro de la tradición en temas marianos.

Y en la parte superior, la Virgen acoge bajo su manto una serie de devotos personajes, retratos de personas sobresalientes en la empresa de la conquista de América.

De ellos, en esta ocasión, nos interesa Américo Vespucio, y la razón no es otra que su vinculación con el nombre definitivo, que terminaron teniendo las nuevas tierras descubiertas por Cristóbal Colón.

Una historia ésta del nombre, algo compleja. Juzguen ustedes mismos.

Acerca del nombre del “Nuevo Mundo”
O mejor dicho nombres. Porque desde su descubrimiento ha tenido más de uno y más de dos, si bien su aplicación y aceptación era, por lo general, de ámbito regional.

Y así los castellanos la llamaban, por lógica, “Indias” o “La gran Tierra del Sur”; pero los portugueses se referían a ella como “Vera Cruz” o “Tierra Santa Cruz”, y algunos cartógrafos empleaban expresiones del tipo “Tierra del Brasil” (en alusión a una isla imaginaria, no al país sudamericano), “Tierra de Loros”, “Nueva India”, o sencillamente “Nuevo Mundo”.

Lo dicho. En cada lugar la llamaban de una forma. Sin embargo, con el paso del tiempo, sobre todos ellos prevaleció el de “América”.

Un término que proviene de un error. Sí, de nuevo, un error.

Se trata de una característica ésta, que parece ser un clásico en todo lo relacionado con el descubrimiento colombino. Me remito a lo escrito sobre la forma y tamaño de la Tierra.

Bueno, pues ésta es la historia del nombre.

¿Por qué se terminó llamando “América”? Planteamiento
Para no extenderme mucho sólo les diré que, merced a las publicaciones existentes de los pretendidos viajes del señor Vespucio, e impresionados por ellos, un grupo de editores franceses decidieron publicarlos en forma de pequeño tratado, con el nombre de Cosmographiae Introductio (1507).

Ya en él se sugería que el nombre del Nuevo Mundo debería ser América: “ab Americo Inventore (...) quasi Americi terram sive Americam” (De Américo el descubridor (...) como si fuese la tierra de Américo o América).

Así de sencillo. En femenino, por analogía con “Europa”, “Asia” y “África”, y en honor de quien, pensaron, la había descubierto. De nuevo el error presente.

Y formando parte de ese tratado se incluyó un mapa mural de grandes dimensiones, titulado Universalis Cosmographia, realizado por el geógrafo y cartógrafo alemán Martín Waldseemüller (1470-1520) y que llevaba inscrito el nombre de América. (Continuará)

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