(Continuación) Pues ya les dije que se trata de una historia que tiene su intrahistoria y que, ahora les amplio, resulta ser de lo más prosaica ¿Quién lo diría, tratando lo que trata?
¿Cuándo y cómo nació la expresión ‘la partícula de Dios’?
El verdadero origen de esta curiosa denominación empezó casi treinta años después de que Peter Higgs, propusiera la existencia de esta partícula en 1964, mientras investigaba en la Universidad de Edimburgo. Y fue fruto del título del libro que, en 1993, publicó el físico estadounidense Leon Lederman (1992), Premio Nobel en Física de 1988 por sus trabajos sobre los neutrinos, junto al escritor científico estadounidense Dick Teresi.
En dicho libro explicaban en qué consistía la Teoría del modelo estándar de la física de partículas y realizaban un breve repaso sobre la historia de la física y de las partículas. Interesante.
Y dado que ya desde el principio, y por sus peculiares características y propiedades físicas, daba muestra de lo difícil que resultaría descubrirla, la idea de su nombre se empezó a fraguar.
Hubo incluso quienes pensaron que, por lo costoso que resultarían los experimentos que habría que llevar a cabo para encontrarla, este hecho nunca ocurriría. Y la verdad que no andaban muy descaminados.
No eran pocos por aquel entonces, los que pensaban que sería imposible demostrar su existencia vía empírica.
El caso es que para muchos, entre ellos el propio Higgs, esta partícula no se merecía otro calificativo que no fuese el de “maldita”, dada su naturaleza esquiva y los gastos que estaba ocasionando su investigación.
Y alrededor de este calificativo se fabricó el título del libro.
Un título, por cierto, espectacular: ‘The Goddamn Particle: If the Universe is the Answer, What is the Question?’ (La Partícula Maldita: Si el Universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?).
Y así lo comunicaron a la editorial estadounidense Dell Publishing que, nada más verlo, tuvo otro punto de vista sobre el calificativo “maldita”. Con criterio puramente comercial, ellos pensaron que el adjetivo podría resultar insultante y ofensivo para más de un lector.
Una faceta controvertida del negocio que podría reducir el margen de ventas y, por ende, de ganancia, por lo que optaron cambiarlo. Y no se puede decir que se quebraran mucho la cabeza.
Sencillamente le quitaron la terminación “damn” y lo redujeron a "God", de modo que de titularse The Goddamn Particle: If the Universe is the Answer, What is the Question?’ (La Partícula Maldita: Si el Universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?) pasó a ser The God Particle: If the Universe Is the Answer, What Is the Question? (La Partícula de Dios: Si el Universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?).
¿Qué me dicen? A que es prosaico.
Un cambio con el que los autores tuvieron que transigir. Ya conocen la mafiosa respuesta de Michael Corleone: “No es nada personal, son sólo negocios”. Pues eso.
Por cierto que en español, las editoriales lo publicaron como ‘La Partícula Divina’. Una pequeña licencia traductora.
Bueno pues hasta aquí. Ya saben de donde proviene la popular expresión. Nada que ver con Dios o con la religión por mucho que algunos lo intenten.
Ningún misticismo tras su uso, sino más bien todo lo contrario. Un más que simple y mercantil cambio de palabra. Sin embargo… (Continuará)
Gracias.
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