(Continuación) ¿Casualidad? No lo creo. Es sabido que en los campos de la observación, el azar favorece sólo a las mentes preparadas. Como la de nuestro tímido y vergonzoso doctor.
Dicen que ese mismo día mandó hacer un tubo cilíndrico de madera, con las dos extremidades en forma de cono.
Así es como cuentan que nació el estetoscopio o “instrumento para ver el pecho”, quizás el primer eslabón de lo que llegaría a ser el diagnóstico moderno médico. Pero a saber.
A mi entender, y hasta aquí, tan solo se trata de una bella historia, de la que poco importa que sea cierta o no. No deja de ser una anécdota.
Lo que realmente prima de ella es el mensaje.
Y como dicen los italianos è se non e vero, e ben trovato. Y si no es verdad, está bien inventado. Totalmente de acuerdo.
Sin embargo, de toda esta historia, me queda una duda categórica ¿Por qué se oye mejor el corazón a través de un fonendo, que aplicando directamente el oído al pecho? ¿Qué tiene que decir la ciencia? ¿Cuál es la ciencia del fonendoscopio?
O lo que es lo mismo. Cuando lo anecdótico adquiere rango de categoría. Maldita curiosidad.
La medicina del estetoscopio
En aquella época, comienzos del siglo XIX, se practicaba exclusivamente la auscultación, apoyando el oído directamente al pecho. Un procedimiento que presentaba más de un inconveniente.Al ya comentado del recato femenino, habría que añadir la dificultad de percibir ruidos en pacientes obesos, la producción de ruidos no deseados por roces con la vestimenta, etcétera.
Unos inconvenientes que, con el uso del estetoscopio, no sólo se eliminaron al poder oírse el corazón “de una manera más clara y más distinta de lo que jamás había escuchado mediante la aplicación del oído desnudo”. Sino que terminaron cambiando, y por completo, la práctica médica.
Se iniciaba un nuevo diagnostico médico del paciente, basado en la interpretación de los datos que nos daban un instrumento, en este caso, a través del sentido del oído. Dicho de otro modo. El principio científico moderno del diagnóstico de las enfermedades.
Dos años después, en 1818, el recién nacido método era presentado a la Real Academia de Ciencias y un año después, Laennec publicaba en dos voluminosos tomos su obra “De l'auscultation médiate ou traité de diagnostic des maladies des poumons et du coeur fondé principalement sur ce nouveau moyen d'exploration” (1819).
En él describió el estetoscopio como un cilindro de madera, cedro o ébano, de cuatro centímetros (4 cm) de diámetro y treinta (30) de largo, perforado por un agujero de seis milímetros (6 mm) de anchura y ahuecado en forma de embudo en uno de sus extremos.
Fue una obra que, curiosamente, causó gran sensación en París, tanto a nivel profesional como social. Los periódicos dieron una amplia información al respecto, comparando el dispositivo con un juego de niños.
Fue, lo que se dice, todo un notición en el mundo periodístico.
Desde el punto de vista profesional, en el libro, Laennec describía los sonidos que oía con el estetoscopio, creando nuevos términos científicos como pectoriloquia, egofonía, crepitación, estertor y detallando enfermedades no conocidas hasta entonces.
Una auténtica revolución en el mundo médico.
En 1926, el mismo año de su muerte, apareció la segunda edición de su obra, ahora ya con el título más reducido:“Traité d'auscultation mediate”.
No obstante hubo que esperar hasta 1839, para que esta práctica médica se convirtiera en un método de diagnóstico universal para describir, explicar, diferenciar y clasificar una amplia variedad de enfermedades y procesos patológicos existentes.
Lo que se dice una aplicación nosológica.
Vino a raíz de la publicación de la obra “Tratado sobre Percusión y Auscultación” (1839) del médico y profesor checo Josef Škoda (1805-1881), cofundador de la Escuela Moderna de Medicina de Viena. (Continuará)
Buen artículo, nunca viene mal un poco de cultura...jeje
ResponderEliminarPor cierto, el enlace del "Continuará" está mal puesto (le falta la primera 'e' del nombre de la web)
Saludos!
Gracias Anónimo por el error en el enlace.
ResponderEliminarGracias, por esta importante referencia histórica, que promueve la cultura médica, y felicitarlo por la calidad y la excelencia de este trabajo. Atentamente, Humberto Pascacio López.
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