Con cierto sentimiento de culpabilidad por la tardanza en hacerlo, paso a dar respuesta a esta interesante pregunta que me llegó hace ya tiempo. Bastante tiempo, demasiado. Esa es la verdad.
No es una disculpa, que no la tiene, pero ustedes saben que a veces lo urgente le quita el sitio a lo interesante. Y éste es uno de esos casos.
Pero bueno, ya estamos aquí. Y la respuesta es sí. Afirmativo.
Desde 1995, México, cuenta con un Premio Nobel de Química en la persona de Mario José Molina Henríquez (1943). Y ya de la que va les diré que no es el único nobel mexicano.
Este país tiene en total tres (3) premios nobel. Pero vayamos por parte.
Premio Nobel de Química en 1995
“Por su trabajo en la química de la atmósfera, particularmente en lo que respecta a la formación y desintegración del ozono” compartieron el Premio Nobel de Química en 1995, el químico holandés Paul J. Crutzen (1933), el químico estadounidense Frank Sherwood Rowland recientemente fallecido hace unos meses (1927-2012) y el ingeniero químico mexicano Mario José Molina Henríquez (1943). Por su aportación en el estudio de la destrucción de la capa de ozono de la Tierra, por parte de los gases clorofluorocarburos (CFC), Molina se convirtió en el primer ciudadano mexicano en recibir el Premio Nobel de Química. Motivo por el que aparece enrocado.
Y visto el galardón continuemos con el galardonado.
Mario José Molina Henríquez
Por lo que sabemos de él el nobel, desde muy pequeño, ya apuntaba maneras, al mostrar un instinto innato para la investigación científica. Cuentan, que de niño, parece ser se quedó fascinado cuando contempló un protozoo a través de un primitivo microscopio de juguete.
Qué poco ponderada está la influencia que tienen los juguetes científicos sobre los niños.
Y no quedó la cosa ahí porque, también cuentan, que tardó poco tiempo en convertir uno de los cuartos de baño de la casa, en un improvisado laboratorio en el que experimentar.
Todo un peligro desde luego. Pero una muestra clara de su precocidad en el campo de la química. Una cualidad que le llevaría, con el tiempo, a estudiar ingeniería química y que terminaría marcando su trayectoria profesional.
Considerado como uno de los primeros científicos en alertar sobre el peligro de los compuestos químicos conocidos como clorofluorocarburos (CFC) -utilizados en aerosoles tanto industriales como caseros-, Molina, es uno de los más importantes precursores en el descubrimiento del agujero de ozono antártico. (Continuará)
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