domingo, 2 de septiembre de 2012

Hablemos del amor (3)

(Continuación) Así es el amor auténtico, el verdadero amor.

El que aúna las tres etapas amatorias y tiene en cuenta sus diferentes contenidos hormonales, en función de la edad de los componentes de la pareja.

De modo que los jóvenes lo tendrán alto en las dos primeras etapas y bajo en la tercera.

Los de mediana edad el nivel será casi el mismo en todas las etapas. Y los mayores, en contraposición de los jóvenes, lo tendrán alto en la tercera y bajo en las dos primeras. Pero ojo, tendrán nivel en las tres.

Como en los Juegos Olímpicos, participar es lo que cuenta.

“Que es toda la verdad de nuestra vida 

Paremos un momento las horas y los días 
y hablemos del amor una vez más". 

Así continúa la canción. Y no les podría decir si acierta el cantante y, como él afirma, el amor es “toda la verdad de nuestra vida”. No me encuentro capacitado para ello, por lo que no me atrevo.

Lo que sí podría insinuarles es que, a pesar de lo confirmada que está, la explicación científica no fuera la única posible, en esa raphaelista “verdad de nuestra vida”.

O mejor dicho, suficiente explicación. Al menos para algunos.

Vaya por delante que apenas hay fisura argumental en la explicación científica.

Todo aquél que ama a su pareja, y lleva años haciéndolo, sabe que ese amor ha ido cambiando con el paso del tiempo. Que no es el mismo del principio.

Y para explicar su existencia, y las etapas interconectadas por las que pasa, la ciencia, con media docena larga de hormonas y otras tantas de neurotransmisores, se basta y sobra.

Con una profunda raíz evolutiva, se fabrican en nuestro organismo a lo largo de tres procesos cerebrales, relacionados entre sí, y sobre los que no tenemos control alguno. Un amor tripartito.

Pero ¿Se basta y sobra? Si es así, ¿qué hacer entonces con lo que del amor dicen las artes y la religión? ¿Cómo dejar de lado, el amoroso soneto del gran Lope de Vega? :


… huir el rostro al claro desengaño, 

beber veneno por licor suave, 

olvidar el provecho, amar el daño. 
Creer que un cielo en un infierno cabe, 
dar la vida y el alma a un desengaño. 

Esto es amor, quien lo probó lo sabe.


O las cristianas palabras del cristiano san Pablo :

"El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alardes, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

Queridos lectores, está claro que a pesar del peso de las pruebas, no se puede minimizar el poder de la palabra.

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