(Continuación) Y ya estoy aquí, con más información sobre la explicación evolutiva del neurocientífico Mark Changizi, para el conocido “efecto dedos arrugados”, que tiene lugar después de un prolongado baño.
Recordarán que no era otro que el de conseguir un mejor agarre en condiciones de humedad.
Algo parecido, les decía, a lo que ocurre con el dibujo de los neumáticos de los coches de carrera. Que, como seguro saben, utilizan neumáticos distintos según llueva o no.
El ejemplo de los neumáticos
Si el tiempo está seco, y por tanto la pista también, entonces los surcos de los neumáticos de los coches están poco marcados para así, no solo ofrecer la menor resistencia por rodadura al avance, sino poder soportar la mayor presión posible. Una cuestión dinámica. Sin embargo, si llueve y la pista está mojada, entonces ese diseño liso no será el más adecuado, pues hará que el coche deslice y su conducción se haga torpe, si no imposible.
Lo suyo será cambiar los neumáticos por otros cuyos dibujos estén más marcados.
Así conseguiremos una mayor adherencia al suelo y un mejor drenaje del agua superficial a través de los surcos. Una cuestión, en este caso, hidrodinámica.
Bueno, pues tres cuarto de lo mismo pasa, con las palmas de nuestras manos y las plantas de nuestros pies. Preferentemente con las yemas de los dedos, que son las zonas que más utilizamos para coger las cosas.
Ellas pasan de lo seco a lo mojado, sin necesidad de entrar en boxes como los coches.
En busca de pruebas
Aunque la metáfora automovilística es buena, en ciencia hacen falta pruebas y a buscarlas se puso manos a la obra, el equipo de Changizi. Examinaron las fotografías de los dedos mojados de veintiocho (28) personas y descubrieron una regularidad en ellos. Todos los dedos mostraban un patrón muy parecido en las arrugas.
Formaban canales longitudinales y alargados, no conectados entre sí, y que se separaban a medida que se alejaban de la punta de los dedos. Una magnífica solución hidráulica, ya que permite que el agua se drene eficazmente al hacer presión, proporcionando más superficie seca para desplazarse.
Un diseño por cierto muy, muy, parecido al de los neumáticos.
En nuestro caso, cuando presionamos con un dedo, lo que hacemos es aplicar la presión de la punta hacia atrás. Entonces los lados de los dedos actúan como si fueran dos cordilleras evacuando el agua hacia los lados.
Pero la parte central del dedo, que es más bien plana, actúa como una especie de meseta donde el agua sí puede acumularse. Por eso es ahí donde se forman las arrugas. Donde hay que hacer todo el trabajo para canalizar el agua hacia afuera.
Como pueden ver, esta segunda hipótesis de naturaleza biológica evolutiva y carácter funcional, parece superar a la primera de naturaleza físico-química y carácter fisiológico. Con lo que el problema estaría resuelto. Pero...
En efecto. Siempre hay un pero.
En este caso, no todo el mundo está conforme con ella. De modo que tenemos una tercera hipótesis, para explicar el “efecto de los dedos arrugados”. (Continuará)
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