domingo, 1 de julio de 2012

Una cuestión de esferas (I)


Lo sorprendente de la imagen de USGS de la que les hablaba, proviene del pequeño tamaño que tiene la esfera del agua comparada con la terráquea. Si se fijan, el radio de una viene a ser del orden de, algo menos que, la décima parte del radio de la otra.

Una proporción que nos resulta pequeña, demasiado pequeña, a tenor de lo que creímos entender en el colegio.

Allí aprendimos que la Tierra es un cuerpo celeste con mucha, mucha, agua. No en vano, cerca del setenta porciento (70%) de su superficie está cubierta de agua. Y este es un conocimiento que parece ser refrendado por la imagen fotográfica que, desde el espacio, tenemos de nuestro planeta.

Seguro que saben a la que me refiero. De hecho los astronautas suelen describirlo como ‘El planeta azul’, debido a ese color predominante sobre un fondo negro. Y las fotos captadas desde el espacio así lo demuestran.

Como sabemos, los responsables de estas tonalidades son los océanos y los gases de la atmósfera, que se encuentran encima de la corteza terrestre.

Son estas tres capas -corteza, hidrosfera y atmósfera- y sus componentes -tierra, agua y aire- las causantes de las condiciones ambientales adecuadas para que se haya desarrollado, y se siga desarrollando, la vida en nuestro planeta.

Unas condiciones que sabemos son únicas en todo el Sistema Solar.

Les comento todo esto, por la conocida cita del famoso divulgador estadounidense A. C. Clarke (1917-2008), aquella tan indagadora: "Qué impropio es llamar Tierra a este planeta. Cuando está claro que debería llamarse Océano".

Como casi siempre, Clarke, tan observador.

Pero volviendo al tamaño comparado de las esferas de agua y planeta, les decía que resultaba sorprendente. Que llamaba la atención, como si fuera incorrecta.
¿De qué lado está entonces la razón? Del de nuestros conocimientos escolares, la ilustrativa imagen fotográfica y la evocadora cita de Clarke. O del de los cálculos de USGS.

Pues de los dos. Y no es una paradoja. Ambos aciertan, y lo hacen, porque se refieren a cosas distintas.

Mientras los primeros se refieren a las superficies terrestres y acuáticas, el segundo lo hace a sus volúmenes, y es sabido que no son lo mismo superficie que volumen. Aunque son magnitudes relacionadas, sin embargo, obedecen a leyes distintas.

Un viejo dilema geométrico con importantes implicaciones físicas. (Continuará)

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