¿Por qué no nos hace daño el ácido del estómago? (I)

Es una idea que surge de asociar algo que sabemos desde los tiempos del instituto. Donde aprendimos que en el estómago tenemos ácido clorhídrico, HCl (aq), para realizar la digestión de los alimentos, y que éste en un ácido muy, muy, fuerte.

Conocido también entre otros nombres como ácido muriático, agua fuerte o salfumán, en realidad es una disolución acuosa del gas cloruro de hidrógeno, HCl (g), de ahí que deba estar bien cerrado.

Es muy corrosivo y en el laboratorio se usa como reactivo químico.

Si está concentrado su pH es inferior a uno, pH<1, y a concentración décimo molar, 0,1 M, da un pH igual a uno pH=1. Más que suficiente como para corroer un trozo de metal o atravesar un trozo de madera.

Bastan cuarenta mililitros, 40 mL, de este ácido clorhídrico 0,1M disueltos en un litro de agua, 1 L H₂O (l) para matar a un ser humano.

Bueno, pues si esto es así ¿Cómo es posible entonces que ese ácido no nos corroa por dentro? ¿Cómo es que no nos digerimos a nosotros mismos?

Una interesante cuestión que se torna inquietante, si tenemos en cuenta que el clorhídrico no es la única sustancia que nuestro estómago segrega y que resulta mortal para nosotros. Resulta que también andan por ahí unas enzimas.

Pepsina y Lipasa

En concreto dos. Una de ellas la pepsina, una molécula química a la que no es inmune ninguna proteína, ya que las hidroliza a todas, degradándolas en péptidos y aminoácidos en un ambiente muy ácido.

Por cierto que la pepsina fue la primera enzima animal que descubrió el hombre. Lo hizo el naturalista, fisiólogo y anatomista prusiano Friedrich Theodor Schwann (1810-1882), considerado uno de los fundadores de la Teoría celular.

Él fue quien demostró que, además del ácido clorhídrico, había otros agentes operando en la digestión. En 1836 logró aislar el principio activo, que llamó pepsina.

La segunda de estas enzimas es la lipasa, una enzima que destroza las grasas de los alimentos, disgregándolas, de manera que se puedan absorber.

Como pueden apreciar dentro del estómago tenemos una mezcla letal y no menor de sustancias químicas. Calidad y cantidad juntas. Verán porqué les digo esto. (Continuará)