Sí. Es cierto. Pero no sólo el de la cocina. El vinagre ataca también al mármol que tengamos en el cuarto de baño, en la escalera, en el suelo y hasta en el pretil de la terraza, si es que lo tiene.
Y es que entre los materiales vinagre y mármol, estén donde estén, hay lo que podríamos llamar, feeling. Un feeling químico.
Es fácil de comprobar por cualquiera que si ponemos en contacto ambos materiales, dada su composición y naturaleza, interaccionan y se transforman. Pero se transforman los dos, no sólo el mármol. También el vinagre se transforma, sólo que en su caso es menos evidente.
Se produce lo que en ciencia se conoce como reacción química, una transformación en la que ambos materiales desaparecen en parte y aparecen otros nuevos. Eso es una reacción química. Desaparición y aparición de sustancias.
De modo que sea cuidadoso. Cualquier gota del vinagre casero puede estropear la superficie del mármol donde caiga. Un consejo que se hace extensible también para el zumo de limón ¡Ojo!
Bien. Pero, ¿por qué ocurre con el vinagre y no con el aceite, el vino o el agua?
Pues para esa pregunta, necesitamos de una de las ciencias más antiguas que el hombre conoce. Una de las llamadas “ciencias duras”: la Química.
¿Qué puede decirnos esta disciplina, acerca del vinagre y el mármol? Y por otro lado, ¿qué nos dice la “ciencia popular” sobre estos dos materiales? Pues veamos.
Vinagre (ciencia popular)
O vino agrio. No en vano se obtiene a partir de cualquier vino estropeado: blanco, tinto, jerez, orujo, cerveza o sidra. Cualquiera sirve. Además el vinagre lo podemos aromatizar, según gusto, con frutas, ajos, chalotas o hierbas sin más que hirviéndolas en él o dejándolas macerar durante al menos un mes. Recordemos que el vinagre, a diferencia del aceite, se mezcla con el agua.
Como seguro sabrán, el vinagre tiene varios usos en nuestra casa. Por ejemplo en la cocina, donde se emplear para escabechar codornices, atún, truchas, etcétera. O para aliñar o aderezar ensaladas.
Recuerde en este caso lo comentado antes. Dado que el aceite es inmiscible en agua y el vinagre no, a la hora de aderezar una ensalada deberemos primero añadir el vinagre y después el aceite.
A propósito de aceite y vinagre, el recientemente galardonado con el Premio Cervantes de Literatura 2012 Nicanor Parra, en su obra ‘Epitafio’, nos da una bella imagen -entre científica y poética, como era él- de esta inmiscibilidad:
…Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
de vinagre y de aceite de comer.
¡Un embutido de ángel y bestia!
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