jueves, 10 de mayo de 2012

Patio de los Naranjos

Es la cuarta referencia al naranjo, en esta guía científico-callejera después de la plaza homónima.

Para los intereses científicos de esta entrada sólo nos fijaremos de este patio rectangular (43 m x 81 m), en uno de sus lados mayores. Justo el que da al norte y tiene una puerta por la que acceder a él desde la calle Alemanes.

Es la Puerta del Perdón.

La Puerta del Perdón 
Perteneciente a la antigua mezquita, de la que conserva un arco apuntado de herradura, sus dos grandes hojas de madera de cedro están revestidas con chapas de bronce y decoradas con un más que curioso y variado repertorio de motivos.

Hay por ejemplo lacerías, adornos formados por bandas entrelazadas rectas o angulosas dispuestas de un modo particular.

También predominan los atauriques o arabescos, adornos de formas geométricas y patrones extravagantes que imitan formas de hojas, flores, frutos, cintas, animales, etcétera.

Y tampoco faltan inscripciones en caracteres cúficos que repiten versículos del Corán. En ellos podemos leer: “El poder pertenece a Alá” y “La eternidad es de Alá”.

En definitiva una decoración geométrica de la época almohade (hexágonos, octógonos, estrellas de cuatro puntas, triángulos,...) en la Puerta del Perdón, del Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla. Arte y Ciencia pared con pared.

Pero no es esta razón matemática, la única para justificar el haber traído la Puerta del Perdón. También hay una astronómica, de la que me gustaría hacerles partícipes.

En la parte superior de la Puerta del Perdón hay un reloj de sol.

El reloj de sol de la Puerta del Perdón
Está ahí aunque, si tiene menos de treinta años, es probable que no hay tenido ocasión de verlo. Resulta que está en la fachada de la puerta que da al interior, al Patio de los Naranjos.

Y que durante la Expo del 92 fue cerrado al tránsito público y desde entonces permanece así, salvo que se ponga en cola para entrar.

Yo recuerdo haber pasado infinidad de veces por él e, incluso, haber jugado al futbol con las naranjas caídas. En fin. Eran otros tiempos.

Pero el caso es que podía ver este reloj solar algo atípico ya que en su parte superior está adornado con una cara de expresión intrigante. Una especie de personaje siniestro con un rictus burlón.

O al menos así me lo parecía en aquellos tiempos. También cierto que hace tiempo que no lo he vuelto a ver. Entono mi particular mea culpa.

1 comentario:

  1. Una seguidora del blog10 de mayo de 2012, 9:25

    Me ha gustado mucho. Debería escribir más de Sevilla y Ciencia juntos.

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