(Continuación) La Estatua de la Libertad fue un regalo que los franceses hicieron, con retraso, a los estadounidenses en 1886, para conmemorar el Primer Centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
Todo apunta a que la idea de que la república francesa hiciera dicho regalo, se le ocurrió al historiador, jurista y político francés Eduard Laboulaye, mientras una noche de verano de 1865, cenaba con el escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi.
Vendría a ser un presente por la larga amistad entre ambos países y una garantía de la alianza franco-estadounidense. Un bonito y ejemplificador detalle.
Por su peso cae que fue el propio Bartholdi, el escultor a quien se encargó diseñarla. Una estatua que debería estar acabada en 1876, fecha del centenario independentista estadounidense.
Y a primeros de 1870, ya tenía tallado el primer esbozo en terracota y un modelo de la torre que finalmente no sirvió. Y en 1871, tras varios parones en el proyecto por causas bélicas, económicas y políticas, Bartholdi viajaba a Estados Unidos.
Entre otros asuntos relacionados con el proyecto, buscaba el lugar idóneo donde ubicarlo.
Y según cuenta en cuanto lo vio, supo que era ése. Escogió la isla Bedloe, posteriormente llamada por motivos evidentes, la isla de la Libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario