lunes, 5 de marzo de 2012

¿Cuál es la biofísica del beso?

Aunque el primer factor físico importante, a la hora de dar un beso, es que tenga lugar en el ambiente adecuado, y es por tanto externo a nosotros, existe en nuestro cuerpo toda una compleja maquinaria funcionando durante este acto en apariencia tan simple.
Empezando por los ojos. Resulta que, aún antes de que los labios se encuentren, nuestro cuerpo ya está trabajando.

Según un estudio de Arthur Aron de la Universidad de Nueva York -en el que hacía que parejas se miraran fijamente durante cuatro minutos (4 min)- mirar a los ojos a una potencial pareja, no solo estimula el acercamiento, sino que impacta directamente en el hecho enamorarse.

Una cuestión curiosa porque, es entonces cuando alineamos nuestras cabezas. La mayoría la inclinamos hacia la derecha, como hacen los lactantes cuando maman y los fetos en el útero.

En la cabeza, la boca es la parte más móvil del cuerpo y un beso apasionado activa, nada menos, que treinta y cuatro (34) músculos mientras que un beso en la mejilla, sólo activa doce (12) músculos faciales.

No olvidemos que boca y lengua son coordinadas por una compleja red de músculos. Una lengua cuyas papilas gustativas nos permiten decidir si nos gusta el ‘sabor’ de la otra persona.

Por su parte los labios, gracias a sus numerosas terminaciones nerviosas, es la parte del cuerpo que más información envía al cerebro. Tanta que un leve estímulo en ellos activa una parte del cerebro mayor que un estímulo sexual genital.

No hay duda de que no es poca la ciencia que tiene un beso. Y no queda aquí la cosa. 

Está el asunto de los besos rojos. Entiendan. Esos besos que se dan en o con los labios rojos ¿Qué tiene que ver el color rojo y los labios?


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