Aunque el sucedido ocurrió el 29 de febrero de 1504 en Jamaica, la historia comenzó en
realidad unos meses antes, el 25 de junio de 1503.
Esa fue la fecha
en la que Colón varaba con las dos
carabelas que le restaban en la playa de Santa Gloria.
Y dado que el
estado de los cascos era penoso y su reparación imposible, ordenó a sus cien
hombres la construcción de un fortín con los restos de los navíos. Lo más
sensato en estos casos.
Un refugio que rara
vez abandonaban, salvo en las expediciones que organizaba y durante las cuales contactaban
con los nativos para, mediante un sistema de trueques, conseguir provisiones
con las que sobrevivir.
Una situación
difícil. Los meses pasaban y, ni las noticias ni los barcos, llegaban en su
ayuda. La desesperación aumentaba por días y el 2 de enero de 1504, Colón sufría
un motín.
Es el momento
que los nativos aprovechan, negándose a proporcionar víveres a cambio de
baratijas. Colón se ve entre la espada y la pared ¿Cómo salió de tan difícil
situación? ¿Qué hizo?
Pues dicen que
información es poder. Y él, afortunadamente, la tenía.
Cuando información
es poder
La información
es poder. Y la ignorancia, madre del miedo.
Sabemos que Colón tenía información y si tuvo miedo,
se ve que lo supo disimular bien. Porque lo cierto es que resolvió la dramática
situación a las mil maravillas.
Gracias a sus
conocimientos astronómicos se hizo con el dominio de tan delicado momento.
Resulta que
Colón llevaba consigo el Almanach Perpetuum,
de Abraham Zacuco. Por él sabía que el
29 de febrero de 1504 se produciría un eclipse
total de Luna. Y supo sacar provecho de esta predicción astronómica.
Los reunió ese
día y amenazó con que su Dios (el de
Colón) los castigaría haciendo que no volviera a salir más. Según se relata en
el Cuaderno de Bitácora:
“En
la tarde anunciada, cientos de indígenas se congregaron. Cuando salió la Luna ya estaba parcialmente oscurecida
y el pánico entre los nativos se extendió al verla menguar.
Rogaron
al almirante que la hiciera volver y éste pidió a cambio la reanudación de los
suministros”.
Ni que decirles
tengo que los nativos no se asustaron por el eclipse lunar, es seguro que ya
habían visto otros. Lo que les debió sorprender en realidad, y no poco, fue que
ocurriera cuando, en apariencia, Colón lo dispuso.
Debieron pensar
que era magia, un poder del hombre blanco. Pero no, solo era ciencia. Algo de
conocimiento.
Por supuesto que
ninguno de los marineros quedó impresionado del supuesto poder de su almirante.
Faltaría más
siendo marinos experimentados.
¿Qué tipo de libro es Almanach Perpetuum de Abraham Zacuco.
ResponderEliminarNunca he oído hablar de él. Si pudiera escribir estaría bien
que tipo de texto es
ResponderEliminarMe surge la duda frente a esta historia el saber si esa predicción de eclipse tendría validez para poder ser observado en la ubicación geográfica que se encontraban en esa fecha, ya que tengo entendido que cada eclipse puede ser observado solo si coincide con una posición favorable de latitud y longitud del observador. Alguien me puede contestar? Gracias
ResponderEliminarSimón Ríos lo que dices es válido más para los eclipses de sol. La diferencia con los eclipses de Luna es que éstos se pueden observar en todo el hemisferio en que sea de noche durante el período que dure el eclipse.
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