(Continuación) Para este trabajo Bartholdi no se fue a la Antigüedad, sino que buscó la última tecnología en arquitectura e ingeniería.
Y Gustave Eiffel fue el ingeniero a quien Bartholdi contrató para que diseñara la estructura interna de la estatua.
Una tarea que implicaba, además de crear una torre interna que soportara la estatua, el diseño de un esqueleto secundario interno que permitiera que la “piel” de cobre de Bartholdi se mantuviera en posición vertical.
Un armazón que decidió fabricarlo de metal hierro y que sería la estructura más alta construida hasta ese momento. La más alta y la más revolucionaria, ya que el revestimiento no era sostenido por soportes estructurales sino que flotaba en el armazón.
Nos lo podemos imaginar como una especie de costillar de hierro que emerge de una columna central. Lo último en ingeniería de construcción.
Y para minimizar el contacto potencialmente corrosivo entre cobre y hierro, hizo que las láminas del revestimiento colgaran sobre este esqueleto mediante soportes de cobre protegidos con un material aislante.
Un diseño con el que se anticipó al de los modernos rascacielos. (Continuará)
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