martes, 28 de febrero de 2012

¿Por qué nos besamos?

¿Cuál es la razón del beso? ¿Por qué todos deseamos un ósculo? Pues la verdad es que, a ciencia cierta, no se sabe. Pero no faltan hipótesis al respecto.

Algunos científicos creen que besarse fue el producto de individuos que se olfateaban los unos a los otros para reconocerse. Una línea de investigación bastante plausible.

También lo es la hipótesis según la cual, el acto de fruncir los labios nos recuerda la tranquilidad, la comodidad y el apego de los cuidados de la infancia.

Una idea freudiana, por lo que hay que andar con cautela con ella, pero que podría tener cierta validez. En cualquier caso caución.

Claro que la de la premasticación tampoco está mal. Nos la ofrece el zoólogo y etólogo inglés Desmond Morris (1928) en su libro El mono desnudo, donde explica de qué modo las primeras hembras de Cromagnon alimentaban a sus crías.

Mascaban previamente la comida y cuando el puré estaba a punto, lo pasaban de sus bocas a las bocas de sus crías. Lógica también.

Pero, en realidad, la razón más importante y obvia de por qué nos besamos es otra. Lisa y llanamente facilita la reproducción. Una evolutiva cuestión de supervivencia pues.

Ya hemos comentado que el beso es la forma más clara de expresar cariño, sentimientos, emociones y también pasiones. Y la boca, según la teoría freudiana, es el primer lugar donde se asienta el deseo sexual. Así que.

Evolución del porqué
No obstante la razón y significado del beso ha cambiado a lo largo de nuestra historia.

No fue hasta el siglo VI y en Europa, cuando el beso evolucionó como expresión de cariño entre personas adultas. Un forma de expresar afecto ya no sólo con los niños.

Un significado del beso como una actividad meramente placentera que fue interrumpida por un tiempo en Europa durante la Edad Media.

El beso pasó a ser usado sólo para que los siervos, que no sabían leer y escribir, sellaran contratos y acuerdos. Un nuevo porqué, éste más pragmático.

Beso entendido como una simple transacción comercial.

Pero con posterioridad pasó a adquirir un nuevo significado de transacción.

En este caso de transacción, diríamos, sentimental. Durante buena parte de la Edad Media, el caballero que besaba a una dama estaba obligado a casarse con ella.

Un hecho, el del beso, con diferentes y posibles porqués, pero invariable en su esencia.

Una invariabilidad que requiere una aproximación científica a este acto tan común para la mayoría de la humanidad.

Lo que nos obliga a replantearnos la pregunta: ¿Es el beso algo instintivo o una conductaaprendida por los humanos?

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