Y a lo largo de la historia de la música no faltan testimonios.
Por ejemplo la cantante
de ópera australiana de comienzos del siglo XX, Nelly Melba (1861-1931), era conocida por ser capaz de realizarlo.
Claro que
también tenía otros méritos, no precisamente cantores. Ya les contaré.
También se decía
del tenor italiano Enrico Caruso
(1873-1921), el más famoso del mundo en la historia de la ópera y, quizás, el
mejor de todos.
Por cierto que Caruso
fue uno de los pioneros de la música
grabada. Un detalle que tendrá su importancia en esta historia.
Y lo mismo se
afirmaba de la soprano estadounidense de origen griego María Callas (1923-1977), considerada la cantante de ópera más
eminente del siglo XX.
De ella se
cuenta que rompió una copa de cristal con su voz, estando su ex marido cerca y
que éste se cortó el brazo al estallar la copa. Puede ser.
Sin embargo
convendría hacer alguna matización científica. Para que pueda ocurrir este sorprendente suceso, se tienen que dar
unas condiciones físicas adecuadas.
Condiciones
físicas: Resonancia
Por supuesto que
no solo el fenómeno es posible, sino que sucede más a menudo de lo que pensamos
y se da no solo con copas. También ocurre con otras estructuras como, por
ejemplo, los puentes.
En cualquiera de
los casos, para todos ellos, la explicación se puede resumir en una sola
palabra: resonancia.
Un fenómeno
físico que tiene lugar cuando se ejerce una fuerza sobre un oscilador,
con una frecuencia que coincide con
la natural del propio sistema oscilante.
Un ejemplo muy
sencillo, común y próximo lo tenemos en el parque. En concreto en el columpio y la forma en la que
columpiamos a nuestros hijos, cuando éstos son pequeños.
Observe que se
trata de un fenómeno que no se produce porque la fuerza aplicada sea muy
grande, sino porque se aplica con la misma frecuencia
que tiene el oscilador y, además, en el lugar adecuado.
De forma fácil
se puede observar que, aunque es necesario suministrar energía para mantener en movimiento el columpio, esto no es
suficiente. El aporte de energía no puede ser realizado de cualquier forma.
Si empujamos en
un momento inadecuado puede resultar inoperante, contraproducente o, incluso, puede
llegar a frenarlo.
Es preciso que
se la proporcionemos en el momento oportuno (por ejemplo en el punto más alto)
y que nos acoplemos a su ritmo oscilatorio.
De esta forma,
sólo tendremos que empujarlo de vez en cuando para mantener su amplitud.
Sólo así conseguiremos que ésta no aumente de forma peligrosa o que termine parado.
Sólo así conseguiremos que ésta no aumente de forma peligrosa o que termine parado.
Todos los
fenómenos oscilatorios (que son muchísimos) son susceptibles de presentar
resonancia: péndulos, cuando
saltamos en una cama elástica, láseres, reactores nucleares, metrónomos,
cuando hacemos vibrar un coche para moverlo hacia un lado, etcétera.
En todos ellos
la fuerza que ejercemos no es muy
grande, pero lo hacemos de forma resonante, por lo que el efecto es
espectacular.
Como hacemos
cuando columpiamos a nuestro hijo o, por supuesto, cuando hacen estallar una
copa para beber con solo la voz. (Continuará)
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