Algunos comentarios llegados al blog y varios correos electrónicos, relativos todos a
los Reyes Magos, me hacen tomar
conciencia de algo, por otro lado evidente.
Lejos de lo que
pensamos creer, son los temas los que nos eligen a nosotros. Y no al revés, como
ilusamente llegamos o queremos llegar a creer.
De hecho me lo
advirtieron. El tema de los Reyes Magos tal vez no sea el más adecuado para un
blog de divulgación científica.
Mucho de
especulaciones, bastante de indicios, algunas leyendas, un mínimo de evidencias
y casi, casi, ninguna prueba. Eso es todo.
O sea. Casi nada
sobre lo que poder investigar. Un campo de estudio, por tanto, en el que nada,
o casi, tiene que hacer la ciencia. Sí.
Tenía razón quien me advirtió.
Sin embargo no
hice caso a la señal de advertencia y hasta aquí les he traído. De modo que lo
mejor que puedo hacer es ofrecerle lo que he investigado. Vamos pues.
La misteriosa
leyenda de los Reyes Magos
Visto con
perspectiva, y a pesar de todo lo escrito sobre ellos, llama la atención lo
poco que sabemos de Sus Majestades,
a la vez que sorprende la poca certeza que tenemos sobre ese poco que sabemos.
Y es que esta
historia no llega a ocupar ni media página en el Evangelio de San Mateo, que fue escrito hacia el año 90 de nuestra
era, aunque no se sabe en realidad quién lo escribió.
Otra cosa es que
se le atribuya a Mateo, lo que plantea un problema. No hay seguridad sobre la
personalidad del tal Mateo.
Aunque de manera
oficial pasa por ser el discípulo de Jesús, que había sido recaudador de
impuestos, lo más probable es que se tratase de otro.
Otro Mateo que
vivió en una comunidad judía establecida en Siria. Un hombre culto que conocía
muy bien el griego y la ley hebraica. Por supuesto que también poseía un
talento narrativo de primer orden.
Pero que no se
inventó la historia. Ya estaba escrita. Es el origen de la leyenda.
El origen de la leyenda
Parte de un
hecho real. El viaje que el rey Tirídates
de Armenia realizó, junto con su séquito de magos y adivinos, a Roma en el
año 66 d.C. para ser coronado por el emperador Nerón.
Un
acontecimiento que por lo visto, impresionó enormemente a sus contemporáneos.
Motivo por el que dicha relevancia fuera utilizada, hábilmente, por los
cristianos para dar base a la adoración de los Reyes Magos.
Eso sí
cambiando, digamos, algunos detalles.
Para empezar la
leyenda cristiana cambió Roma por Belén. Un cambio geográfico natural.
Después
sustituyó a Tirídates por Gondofares,
un rey que ya estaba vinculado al cristianismo por su supuesta relación con Tomás el Apóstol. Algo lógico.
Y por último, y
más importante, la interpretó. El hecho de que el rey recién coronado adorara
al Sol, igual que los persas, venía
que ni de perlas para representar el mensaje simbólico que el evangelista tenía
para el viaje de los Magos.
Nada menos que el
declive del paganismo. Una idea genial para los intereses de la nueva religión.
Pues sí que está dando de sí el tema.
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