jueves, 12 de enero de 2012

Leyenda, historia y ciencia de los Reyes Magos (I)

Algunos comentarios llegados al blog y varios correos electrónicos, relativos todos a los Reyes Magos, me hacen tomar conciencia de algo, por otro lado evidente.

Lejos de lo que pensamos creer, son los temas los que nos eligen a nosotros. Y no al revés, como ilusamente llegamos o queremos llegar a creer.

De hecho me lo advirtieron. El tema de los Reyes Magos tal vez no sea el más adecuado para un blog de divulgación científica.

Mucho de especulaciones, bastante de indicios, algunas leyendas, un mínimo de evidencias y casi, casi, ninguna prueba. Eso es todo.

O sea. Casi nada sobre lo que poder investigar. Un campo de estudio, por tanto, en el que nada, o casi, tiene que hacer la ciencia. Sí. Tenía razón quien me advirtió.

Sin embargo no hice caso a la señal de advertencia y hasta aquí les he traído. De modo que lo mejor que puedo hacer es ofrecerle lo que he investigado. Vamos pues.

La misteriosa leyenda de los Reyes Magos
Visto con perspectiva, y a pesar de todo lo escrito sobre ellos, llama la atención lo poco que sabemos de Sus Majestades, a la vez que sorprende la poca certeza que tenemos sobre ese poco que sabemos.

Y es que esta historia no llega a ocupar ni media página en el Evangelio de San Mateo, que fue escrito hacia el año 90 de nuestra era, aunque no se sabe en realidad quién lo escribió.

Otra cosa es que se le atribuya a Mateo, lo que plantea un problema. No hay seguridad sobre la personalidad del tal Mateo.

Aunque de manera oficial pasa por ser el discípulo de Jesús, que había sido recaudador de impuestos, lo más probable es que se tratase de otro.

Otro Mateo que vivió en una comunidad judía establecida en Siria. Un hombre culto que conocía muy bien el griego y la ley hebraica. Por supuesto que también poseía un talento narrativo de primer orden.

Pero que no se inventó la historia. Ya estaba escrita. Es el origen de la leyenda.

El origen de la leyenda
Parte de un hecho real. El viaje que el rey Tirídates de Armenia realizó, junto con su séquito de magos y adivinos, a Roma en el año 66 d.C. para ser coronado por el emperador Nerón.

Un acontecimiento que por lo visto, impresionó enormemente a sus contemporáneos. Motivo por el que dicha relevancia fuera utilizada, hábilmente, por los cristianos para dar base a la adoración de los Reyes Magos.

Eso sí cambiando, digamos, algunos detalles.

Para empezar la leyenda cristiana cambió Roma por Belén. Un cambio geográfico natural.

Después sustituyó a Tirídates por Gondofares, un rey que ya estaba vinculado al cristianismo por su supuesta relación con Tomás el Apóstol. Algo lógico.

Y por último, y más importante, la interpretó. El hecho de que el rey recién coronado adorara al Sol, igual que los persas, venía que ni de perlas para representar el mensaje simbólico que el evangelista tenía para el viaje de los Magos.

Nada menos que el declive del paganismo. Una idea genial para los intereses de la nueva religión.

Bueno. Pues poco más hay que decir de los principios de la leyenda. (Continuará)

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