El pasado 10 de octubre se entregaba en Estocolmo el Premio
Nobel en Física de 2011, por el
descubrimiento de la expansión acelerada del universo realizado a través de
observaciones de supernovas distantes.
Era compartido
por los estadounidenses Saul Perlmutter,
Brian P. Schmidt y Adam G. Riess y, a pesar de la
nacioanlidad de los galardonados, el premio de este año tiene acento español.
Viene de la mano
de la astrofísica Pilar Ruiz Lapuente
(1964), que forma parte del equipo de Perlmutter y fueron sus mediciones intergalácticas de finales
del siglo pasado, las que han propiciado la consecución del laureado galardón.
En concreto sus
registros de supernovas realizados desde
el Observatorio del Roque de los
Muchachos, en la isla de la Palma.
En 1998, la
profesora Ruiz Lapuente fue una de los miembros del Supernova Cosmology Project, responsable del descubrimiento de un
hecho sorprendente. Fueron los primeros en detectar que, a pesar de la gravedad, continúa la aceleración de la expansión del Universo.
También, en el 2004,
Ruiz Lapuente lideró el grupo de trabajo que descubrió la estrella acompañante
de una enana blanca, que resultó ser
nada menos que la famosa supernova SN
1572, observada, entre otros, por el astrónomo danés Tycho Brahe.
Expansión
acelerada universal
Equivaldría,
para que se haga una idea, a que cuando lanzara una pelota al aire ésta, en vez
de terminar cayendo al suelo, siguiera alejándose hacia el cielo y, además, lo
que es más terrible, lo hiciera cada vez más rápido. Algo insospechable e inesperable
por insólito.
Una expansión
del universo que pone sobre la mesa un hipotético nuevo final del mismo. De ser
así el universo ya no moriría por la violenta colisión de todos los cuerpos
celestes, como hasta ahora se pensaba. No. Lo haría por inacción.
Dado que las estrellas
estarían cada vez más distantes, la energía que desprenden llegaría en menor
proporción a los planetas, disminuyendo por tanto su luz sobre ellos,
imposibilitando así la formación de vida en los mismos. De cualquier tipo de
vida.
Luego no se de
un final del universo por colapso, sino por apagón.
Además, el descubrimiento
de la expansión acelerada del universo trae consigo la confirmación de la existencia
de un nuevo componente, la misteriosa y necesaria energía oscura, causante de esa aceleración. (Continuará)
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