(Continuación) Porque
es cierto que el mundo se puede ver en un grano de arena, sólo hay que prestarle
la atención adecuada. Y cada grano es diferente de otro, basta con mirarlo
bien.
Cuando las cosas
se miran bien nunca, nunca, son idénticas por más que nos lo parezcan.
A partir de un
grano podemos deducir de qué roca se desprendió. Por qué brilla como una mínima
gema a la luz del Sol. Cuál es su edad geológica y un largo etcétera.
Ya saben. Cosas propias de la ciencia.
Ya saben. Cosas propias de la ciencia.
Y de ahí lo
sorprendente de su poesía predictiva. Porque William Blake fue un hombre que
renegaba del mundo moderno que la ciencia y la revolución traían de la mano.
Su época fue precisamente
aquella en las que los cielos de Inglaterra se empezaron a llenar de chimeneas
de negro humo. El comienzo de la revolución
industrial. Por eso me sorprende otro de sus proverbios demoníacos: “Lo que
hoy está probado ayer era, apenas, un sueño”.
Qué complejos
somos los humanos. Blake, el visionario.
Blake, el
artista
Cuentan de él
que vivió intensamente su vida, que aseguraba haber hecho todo lo que le vino
en gana y que murió pobre.
Y si bien
mientras vivió, gran parte de su obra permaneció desconocida para el gran
público, en la actualidad el trabajo de Blake es tenido en alta consideración.
La conjunción de
su poesía, pintura y grabados le dan categoría de “artista total”. De hecho,
para el periódico The Guardian, “William
Blake es con gran diferencia el mayor artista que Gran Bretaña ha producido”.
Es posible que
así sea. No sabría decirles más.
De Blake, lo
primero que leí hace ya muchos años fue uno de sus trabajos más polémicos, El matrimonio del cielo y el infierno, donde
afirma haber visitado el reino de las tinieblas y tomado nota de los proverbios
que los demonios solían decirse entre ellos.
Les dejo con uno
de ellos, dice así: “El que desea, pero no actúa, siembra la peste”.
Qué quieren que
les diga. Me epató.
me gustan estos temas y como escribe
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