(Continuación) Para
ello se ha pensado en más de un método.
Por ejemplo utilizar gigantescos globos de gas helio, He (g), que una vez hinchados provocarían la
precipitación hacia la Tierra.
Un efecto parecido se podría conseguir con velas solares.
Un efecto parecido se podría conseguir con velas solares.
Claro que otra
forma podría ser utilizando un láser
desde la Tierra.
Con la potencia adecuada podría desviar la chatarra espacial a una órbita donde no molestara, una especie de órbita-aparcamiento.
Con la potencia adecuada podría desviar la chatarra espacial a una órbita donde no molestara, una especie de órbita-aparcamiento.
Pensándolo bien,
si el láser es lo suficientemente potente se podría destruir la chatarra en el
mismo espacio, si bien tendríamos el problema de los nuevos trozos formados.
Mejor que no.
Otra de las
opciones manejadas iría en la línea de mandar pequeños satélites de limpieza. Los
hay de dos tipos.
Uno estaría
provisto de un brazo robótico capaz
de detectar un objeto errante y agarrarlo con total precisión independiente de
su velocidad. Todo un reto tecnológico dada su alta velocidad orbital.
El otro actuaría
como una gigantesca red de pesca, un
“paraguas” descomunal que recogería los fragmentos a su paso.
Consistiría en un
hilo conductor cargado mediante la energía recogida por dos paneles solares situados
en sus extremos, que permitiría a este vehículo interactuar con el campo magnético terrestre para así
ganar o perder altitud en la órbita y perseguir los restos esparcidos por el
espacio.
Los fragmentos
se irían acumulando en una red.
Ambos tipos,
brazo robótico y red de pesca, relanzarían la basura, posteriormente, hacia una
órbita más baja donde se desintegraría por la fricción con la atmósfera
terrestre. O también para traerlos de vuelta al planeta.
En cualquier
caso actuarían como una especie de “camión de la basura cósmico”. No olvidemos
que en el espacio no podemos barrerla. Allí no sirven las escobas.
Hasta donde he
leído, aún, ninguno de los planes ha sido el elegido. Así que quedamos a la
espera.
En mi modesta
opinión, ésta última de traerlos de vuelta a casa es la mejor de las opciones,
pensando sobre todo en el tema del reciclaje.
Lo malo es que es bastante más costosa.
Lo malo es que es bastante más costosa.
Pero estarán
conmigo en que no se le puede poner precio a la Historia. Como no se le pueden poner puertas al campo…ni barreras
al espacio.
¡Qué tareas nos
manda el Señor!
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