(Continuación) Sin
duda nuestro hombre era uno de los grandes. Un físico de altura. Y les digo esto
por triple motivo, recuerden la afición de Piccard de subir en globo para estudiar
las enigmáticas radiaciones cósmicas.
Un físico de
altura…
No se sabía si
procedían del interior de la Tierra o del espacio exterior. Los resultados que
obtuvo le llevaron a pensar que la radiación venía de fuera de la atmósfera.
De la misma
opinión era Piccard quien decidió que subiría a la estratosfera para demostrarlo. Y tras varios intentos, el 27 de
mayo de 1931 subía a la altitud record por entonces de 15 785 m, para realizar
los experimentos proyectados.
Lo hizo en una cápsula presurizada de su propia
invención hecha en aluminio, Al(s)
de 2,1 m de diámetro y 3 mm de espesor. En esta ocasión le acompañó su
asistente Paul Kipfer.
Una hazaña que
volvió a repetir un año después, el 18 de agosto de 1932, ésta vez acompañado
de Max Cosyns y alcanzando un nuevo
récord, 16 200 m.
Aparte de estudiar
los rayos cósmicos y los estratos
ionizados de las capas altas de la atmósfera (estratosfera), pudieron ver la
curvatura de la tierra como antes
nunca la había visto un ser humano.
Les decía de
Picard que era, por razones obvias, un físico de altura. Pero ahora me veo en
la obligación de decirles que también fue un físico de profundidades.
…Y de profundidades
Resulta que su
espíritu aventurero y la experiencia adquirida con las capsulas presurizadas en
los vuelos estratosféricos, le hicieron bajar la mirada.
Y se planteó que
lo que servía en la altitud del espacio también podría hacerlo en la
profundidad del océano. Dicho y hecho.
En 1937
presentaba un nuevo invento, un prototipo de batiscafo. Un pequeño vehículo sumergible de inmersión profunda,
especialmente diseñado para llegar a grandes profundidades bajo el océano y
capaz de soportar la enorme presión del agua.
La primera
inmersión, sin tripulantes y con piloto automático, se llevó a cabo en aguas
del archipiélago de Cabo Verde en 1948, se realizó en el batiscafo FNRS-2. Tras esta inmersión vinieron
otras muchas que hicieron de Piccard un personaje muy popular.
Y como
consecuencia de esta enorme popularidad, el dibujante y guionista Hergé, creador de Tintin, conoció a
Piccard. Y tuvo claro que sería el trasunto de su profesor Tornasol.
Recordemos que el
profesor Tornasol hizo su aparición en El
tesoro de Rackham el Rojo en 1943, en plena popularidad de Piccard.
Buena conclusión de esta serie, sin duda alguna.
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