viernes, 14 de octubre de 2011

Vladimir Nabokov, el novelista de las mariposas y el ajedrez (II)


(Continuación) También realizó varias expediciones por toda América, en busca de más ejemplares para su particular colección. En particular de un confuso grupo de estos animales que le había llamado la atención.

Una especie de la que se sabía poco y era conocida como Polyommatus azul, las mariposas azules o azulitas, de delicados reflejos metálicos en su alas.

A través de la disección de sus cuerpos Nabokov llegó a desarrollar diversos criterios para clasificarlas. A él se debe la primera clasificación de mariposas azules, basándose en sus diferencias genitales, observadas a través del microscopio.

Y lo que vio le hizo meditar acerca de la evolución de las mariposas azules. Fruto de ello tuvo una ocurrencia genial.

Polyommatus azul, la hipótesis migratoria
Elaboró una hipótesis, bastante controvertida para la época, según la cual el grupo conocido como Polyommatus azul llegó al Nuevo Mundo, nada menos que desde Asia, a lo largo de millones de años y en distintas oleadas.

Según el trabajo del entomólogo-escritor, de 62 páginas y publicado en 1945, las azulitas habrían llegado a América en cinco oleadas desde Siberia, cruzando a Alaska por el estrecho de Bering, para dispersarse luego hasta Chile, a lo largo de millones de años.

Ni que decirles que en el mundo científico la idea fue tomada a broma. Resultaba demasiado especulativa y pocos profesionales la tomaron en serio durante la vida del propio Nabokov.

No porque no estuviera considerado como uno de los mayores expertos en mariposas de su tiempo, que lo estaba. Sino porque no se le tenía por un teórico con la talla intelectual suficiente, como para producir ideas científicamente notables.

Se valoraba su capacidad como investigador disciplinado y metódico pero, a la vez, mediocre. Al fin y al cabo Nabokov no tenía formación científica. Sólo era un escritor ruso, exiliado y famoso por una novela de temática muy, muy, controvertida.

Es evidente que los prejuicios también existen en el mundo científico. Cómo iba a ser si no. Al fin y al cabo todos somos humanos, demasiados humanos a veces. Al decir del filósofo alemán.

Lolita
Un escritor les decía al que, en 1958, le llegó el gran éxito con su novela Lolita. Y con el éxito la popularidad y, con ella, los chicos de la prensa detrás de él, en busca de detalles curiosos de su vida. Ya saben cómo son. Hoy igual que ayer.

Ni que decirles tengo que quedaron encantados al descubrir su vida paralela como científico. Su otra identidad. Su ‘alter ego’ como experto en mariposas.

Hay una famosa fotografía de Nabokov, que apareció publicada en el The Saturday Evening Post, cuando él tenía 66 años, y que demuestra este interés mediático.

Por supuesto que tiene que ver con las mariposas. Se le ve balanceando una red en una actitud concentrada y absorta. Causó sensación.

Sin embargo, hasta su muerte en 1977, su prestigio como científico no hizo otra cosa que devaluarse. No podía ser de otra forma, ya que no aparecían pruebas que confirmaran su imaginativa hipótesis.

Una hipótesis que el propio Nabokov reconocía que podía sonar bastante descabellada. Sin embargo tenía algo muy importante a su favor. 

Se trataba de una hipótesis científica, es decir que se podía comprobar. (Continuará)

1 comentario:

  1. ¿De dónde ha sacado esa información? me resulta de lo más interesante.
    Me gusta su blog.

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