jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Cómo nos pican los mosquitos hembras?


Aunque nos parezca que, por la frecuencia con la que lo hacen, se trata de una tarea simple, lo cierto es que los mosquitos han necesitado de hasta tres mecanismos evolutivos a lo largo de su existencia para ello.

El primero de ellos es su larga y afilada trompa, que clavan en nuestra piel hasta llegar a algún pequeño vaso sanguíneo. Una operación que necesita de una segunda herramienta.

Unas mandíbulas constituidas por estiletes cortantes, que están situados al final de esta trompa picadora, y que facilitan la labor de perforación de la piel. Con trompa y estiletes ya se cumplen las condiciones necesarias para poder extraer la sangre, con la que alimentar a sus huevos.

Sin embargo no lo hará, ya que no son suficientes. Antes es preciso que dé un paso evolutivo más. La tercera adaptación biológica.

Antes de empezar a chuparnos la sangre, el mosquito introduce en nuestro torrente sanguíneo su propia saliva. En ella va disuelta un poderoso anticoagulante. Una sustancia que consigue un doble objetivo.

Uno, el pretendido por el mosquito. Extraer la cantidad de sangre que necesita, sin que ésta se coagule en su trompa. Obviamente si esto sucediese, no la podría extraer.

El mecanismo causante es conocido. El anticoagulante es una sustancia química que evita que nuestras plaquetas se agrupen y formen coágulos.

El otro objetivo, en realidad, se puede considerar, más bien, un daño colateral para nosotros, las víctimas.

Debido a que nuestro sistema inmunológico reacciona frente al anticoagulante, al considerarlo un componente extraño a nuestro cuerpo, dicha reacción nos ocasiona un importante inconveniente.

Que no es otro, ya se lo habrá imaginado, que la inflamación y picazón que sufrimos después de cada picadura. Algo muy molesto y doloroso que nos lleva al siguiente tópico mosquitita:

¿Qué se puede hacer para que no nos piquen?

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