Construida, en
principio, para que estuviera en pie mientras durara la Exposición Universal de
París y unos pocos años más, hasta 1909, es decir, unos veinte (20) años, he
aquí que este férreo monumento ya lleva en pie la friolera cifra de ciento
veintidós (122) años.
Y los que le quedan,
además, sin el menor riesgo de caerse.
Aparte de las medidas
de seguridad y mantenimiento ya comentadas, buena parte de esta durabilidad es
debida al material con el que está construida: el hierro dulce.
Una especie de acero inoxidable inventado a finales
del siglo XVIII que, por lo que se ve, es más resistente a la oxidación que los descubiertos en el
pasado siglo XX.
No me pregunten cual
es el secreto de ese acero porque lo ignoro.
Lo último que sí he
leído a este respecto de la seguridad, es una modelización en 3D de la torre que
realizó el Centro Técnico de Industrias Mecánicas francés.
Querían evaluar con
dicha modelización, qué posibles escenarios la podrían hacer caer.
Y por lo que cuentan,
tenemos torre para rato. La ahora conocida como Dama de hierro puede durar, perfectamente, tres siglos más.
Entre las pruebas a
las que sometieron la modelización, estuvo la de exponerla a más del doble de su
peso actual. Recuerden que con los añadidos eran ya unas diez mil toneladas.
Bueno, pues ahora, en
la simulación virtual fueron 23 400 t.
No les voy a decir
que ni se coscó, porque sería faltar a la verdad. Y eso es algo que no suelo
hacer. Se movió, sí. Pero ni asomo de caerse. Ni mijita. Ya no se construye así,
que dirían algunos.
Pero antes de
continuar con algunos datos técnicos más sobre la seguridad de la torre, me
gustaría volver sobre la campaña que los artistas de la época realizaron contra
la torre.
Me gustaría centrarme
en uno de ellos. En Guy de Maupassant.
No veo muy científico este trabajo sobre la torre Eiffel
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