Los cumplió el pasado 5 de julio y está con mejor salud que nunca. Con él, la cosa ésta tan humana de la jubilación, se ve que no va.
Y hoy por hoy no hay nada como esta prenda, para disfrutar de una agradable mojadura estival.
Y hoy por hoy no hay nada como esta prenda, para disfrutar de una agradable mojadura estival.
Aunque no siempre lo tuvo fácil.
Recuerdo que allá por los finales de los años sesenta, en muchas piscinas públicas de nuestro país y otros, colgaba un cartel en el que se podía leer algo parecido a: "Prohibido usar los llamados biquinis".
Qué me dicen. Toda una declaración en regla de intenciones implícitas. Y cualquiera se atrevía a desobedecer, al menos en España. Anda que corrían buenos tiempos en nuestro suelo patrio, para hacerlo.
Además observe la forma de referirse a ellos. Ni siquiera los llamaba trajes de baños. Vamos que no. Que de bikini nada. Nada de nada.
Historia del biquini
Entendido como traje de baño de dos piezas femenino, fue creado por el ingeniero Louis Reárd y presentado el 5 de julio de 1946 en la piscina "Molitor" de París.
Dicen que como no logró que ninguna modelo profesional aceptase lucir el traje de baño, no tuvo más remedio que contratar a Micheline Bernardini, una bailarina exótica de teatro de revistas.
Una chic alegre, que se decía.
Una chic alegre, que se decía.
Puede ser. Hay que tener en cuenta que eran otros tiempos y otra la moral.
Piense que no sólo es que fuera muy pequeño es que, además, dejaba a la vista el ombligo. Y eso, créanme, era toda una provocación del todo inadmisible, para la época.
De modo que sí. Es cierto que Bernardini fue la primera modelo en posar con un bikini. O sea con sólo cuatro triángulos sobre el cuerpo. Lo más pequeño jamás ideado y visto.
También cuentan que fue ella quien sugirió a su creador este nombre, alegando que iba a ser "más explosivo que la bomba de Bikini". Esto, lo ve usted, ya no sé si ocurrió o no.
Y en efecto, el nombre del traje de baño es el del atolón donde se realizaron numerosas pruebas nucleares, durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.
Una de ellas justo unos días antes de la presentación bikinera.
Y por supuesto les diré, lo que ya saben. La prenda cayó como una bomba, si me permiten la gracieta.
Curiosamente las minúsculas telas empezaron provocando una indignación inicial, que sus atractivos efectos, a la vista están, terminaron disipando y convirtiendo en gustosa y plena aceptación.
Justamente todo lo contrario que ocurrió con la bomba nuclear. Su inicial aceptación se quebró en rechazo, con el conocimiento de sus devastadores efectos. Después les cuento.
Lo que sí es cierto es que Bernardini, y otras modelos que después posaron en bikinis, empezaron a ser llamadas con el nombre alusivo nombre de "granadas" (bombshells).
Será por lo que de explosivas tenían sus imágenes con el bikini puesto. Seguro. (Continuará)
Será por lo que de explosivas tenían sus imágenes con el bikini puesto. Seguro. (Continuará)
No pude escuchar el progarma pero las entradas del blog me gustan
ResponderEliminar