(Continuación) Me
refiero, ya se lo habrá imaginado, a la novela de Stieg Larsson (1954-2004) que lleva por título La chica que soñaba con una cerilla y un galón de gasolina, publicada
hace un par de años.
Es el segundo
tomo de una trilogía que arrancó con Los
hombres que no amaban a las mujeres y cerró con La reina en el palacio de las corrientes de aire.
Unos libros, y
un autor, sobre los que han caído las críticas más duras de parte, precisamente,
de quienes se tienen por cultos e ilustrados.
Y aunque no he
leído absolutamente nada de este periodista y escritor sueco, sí les voy a dar
mi opinión sobre este tema. El de las críticas.
Como bien saben
de esta trilogía se ha dicho de todo. Y casi nada bueno.
Desde que su
autor murió prematuramente, sin haber saboreado la dulce borrachera del éxito. Hasta
que se han logrado vender millones de ejemplares, sólo gracias a una hábil
campaña publicitaria.
Pasando por la
afirmación de que son obras de usar y tirar. De entretenimiento inocuo y
destinadas a homogeneizar el gusto de las masas.
Yo, qué quieren
que les diga. Ya les he confesado mi ignorancia en particular, por lo que no
digo ni mus.
Sin embargo, en
general, sobre este tipo de situaciones sí tengo algo que decir.
Mi
opinión
Lo primero es
que cada lector tiene el derecho a escoger o rechazar, introducir o defenestrar
los libros que le vengan en gana. Faltaría más.
Y que lo inteligente
y sensato es acudir a los libros con el espíritu abierto y el ánimo despejado.
Sin prejuicios ni poses intelectuales.
Lo segundo es
que, no encuentro nada más lamentable e irracional que esos prejuicios en torno
a una obra, por el mero hecho de estar en las listas de las más vendidas.
O por estar
inscritas en subgéneros narrativos, considerados por algunos como menores. Que
a saber quién decide eso.
En un principio
no entiendo qué tienen que ver una cosa y otra. De dónde causa y efecto. Pero en
fin. Allá cada uno con su inteligencia.
Otra
opinión
No quisiera
acabar este punto de vista sin intentar equilibrar, algo más, esta balanza
literaria. Quiero recordar algo que escribió Mario Vargas Llosa (1936), en un artículo sobre los libros de
Larsson.
En él afirma que
no siente ninguna vergüenza en reconocer que son fantásticos. Bueno pues si lo
dice él. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Como saben, el novelista
y ensayista peruano de nacimiento y nacionalizado español, entre otros muchos
reconocimientos literarios cuenta con el Premio
Nobel en Literatura de 2010, “por su
cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la
resistencia del individuo, su rebelión y su derrota”.
Se lo digo por
si tienen a bien considerarlo.
Post
data
Por la sinopsis
sé que en el libro La chica que soñaba
con… el autor emprende una cruzada contra esos hombres que odian a las
mujeres. Un odio que les lleva a golpearlas, torturarlas y matarlas por el solo
hecho de serlo.
Pero no se
conforma con presentarlos como malevos malvados sin fisuras, sino que los
desnuda revelando sus motivos secretos, sus carencias y sus apetencias
inconfesables.
Una forma más de
denuncia contra
la violencia. Otra campaña más. Contra cualquier tipo. (Continuará)
No es galon es bidon y este blog presuntamenmte es de ciencia
ResponderEliminarYo he visto escrito galon. Aunque a lo mejor es de las dos maneras.
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