viernes, 15 de julio de 2011

¿Cómo se orientan los animales? (II)


(Continuación) En concreto la reacción química hace que dos electrones giren en sentidos opuestos, obligándolos a alinearse y a determinar una dirección fija que, parece ser, ayuda a las aves a encontrar el rumbo hacia el norte o hacia el sur.
En el curso de estas investigaciones se descubrió que, incluso, hay bacterias que poseen una especie de cadena constituida por veinte (20) imanes alineados dentro de sus diminutos cuerpos.
Les hablo de unas partículas magnéticas con el tamaño de la cincuenta (50) millonésima ava parte de un metro. Para que se haga una idea, algo 1500 veces más delgado que un cabello humano. O sea.
Y que son las que ayudan a las bacterias a navegar en sus pequeños charcos.
Cuántos misterios guarda la Naturaleza.
Desde entonces los científicos también han hallado partículas magnéticas en moluscos, mariposas, salmones, delfines, ballenas de barbas, abejas, etcétera.
El estudio de los petirrojos


Pero donde parece haber avanzado más el estudio sobre los sistemas de orientación de los animales, es en el caso de los petirrojos.
Para estas aves la ciencia barajó hasta dos hipótesis. Una que ubicaba los magnetorreceptores en el pico. Y otra que hacía lo propio, pero, en los ojos.
La investigación fue realizada, de forma conjunta, por dos universidades de Alemania y Nueva Zelanda. Y pronto descartaron la primera de las hipótesis.
Para ello partieron de la premisa de que los cristales de hierro en el pico, harían de magnetorresceptores transmitiendo la información al cerebro, a través del nervio trigémino.
Sin embargo, tras cortar esa conexión, las aves continuaron con su habilidad para la orientación. Es decir, que no. La brújula de los petirrojos no estaba localizada en el pico.
Entonces abordaron la segunda opción. Que las partículas estuvieran ubicadas en los centros visuales del ave. Lo comprobaron. Y, bingo. (Continuará)

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