Y vamos con la tercera de las curiosidades. En este punto he podido encontrar hasta cuatro razones, cada cual más endeble que la anterior. Juzguen ustedes mismos.
La primera. Leo que es por ubicarse en los confines del Sistema Solar ¿Y? ¿Qué tiene que ver su lejana localización con el nombre de Plutón? No he encontrado respuesta a esta pregunta.
La segunda. Porque Plutón es el nombre en la mitología griega, del dios del inframundo, de los infiernos. Bueno, pues más de lo mismo ¿Qué tienen que ver los infiernos y Plutón?
La tercera nos habla de un homenaje que sus discípulos, compañeros y amigos le quisieron ofrecer tomando sus iniciales: P de Percival y L de Lowell. Suena coherente. Al ser sus descubridores, tenían el derecho de ponerle el nombre. Es una costumbre en el mundo científico.
Ya, bien. Pero ¿por qué Plutón y no Plácido, por ejemplo, que también empieza por PL? Aquí es donde entra la cuarta y última de las razones.
La hipótesis de la nieta
Al parecer el nombre de Plutón fue la propuesta de una niña de Oxford, de 11 años de edad y nombre Venetia Burney. Una historia curiosa. Verán.
Por lo que he podido leer, en aquel tiempo, Venetia era una jovencita interesada, tanto en la mitología clásica como en la astronomía a pesar de su corta edad.
Fue ella la que un día, hablando con su abuelo le dijo que Plutón podría ser un buen nombre para el nuevo planeta. Y dicho y hecho.
Ni que decirles tengo que al abuelo le faltó tiempo para escribir al Laboratorio Lowell, proponiendo el nombre que se le había ocurrido a su nieta. Sabido es que lo que un abuelo no haga por sus nietos, no lo hace nadie.
Y así fue. Plutón fue el nombre que se decidió tomar el 1 de mayo de 1930, al empezar por PL, entre los muchos propuestos como Zeus, Minerva o Cronos.
En fin. No sé. Qué quieren que les diga. A mí la historia de la niña se me hace extraña.
No es que dude del abuelo pero, ¿no le parece raro que a una niña de 11 años, en 1930, le gustaran la mitología clásica y la astronomía? ¿A que sí? Pero bueno, punto en boca.
Por cierto que hay otro detalle, científico éste, que tiene que ver con la niña. En su honor, y pasados ya unos años, se han bautizado con su nombre a dos objetos espaciales.
Uno natural, el asteroide 6235, llamado ahora por su apellido “Burney”. Y otro artificial, el instrumento encargado de medir la concentración de polvo cósmico, llamado como ella “Venetia”, y que está a bordo de la nave espacial New Horizonts.
No sé. Si quieren saber mi opinión en lo relativo al asunto del nombre todo me resulta un tanto chusco. De modo que si saben algo más al respecto, me lo cuentan. (Continuará)
¿Tiene algo que ver el perro Pluto con el nombre?
ResponderEliminarA estado bien la entrada
¿Cuántos planetas existen en el sistema solar?
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