viernes, 27 de mayo de 2011

“Aquí no veo a ningún Dios”

(Continuación) La frase encierra otra de las curiosas citas que, supuestamente, se pronunció durante el vuelo. Solo que ésta tiene toda la pinta de ser falsa. De no ser cierta, vamos.

Según los medios de comunicación soviéticos, en algún momento durante la órbita, Gagarin comentó: “Aquí no veo a ningún Dios”.

Una frase con bastante intencionalidad y calado en el caso, claro, de que se hubiera realizado.
Que parece ser que no. Al menos no existe, que se sepa, ninguna grabación que lo demuestre así.

De lo que sí existe documentación es de lo que afirmó, un tiempo después, el dirigente de la URSS entre 1953 y 1964, Nikita Krushchev.

Vino a decir algo así como: “Gagarin estuvo en el espacio, pero no vio a ningún Dios allí”.

Fueron luego los correveidiles mercenarios, esos que nunca faltan, los que empezaron a atribuírsela al cosmonauta. Ya saben cómo se las gastan los políticos.

Sobre todo aquellos para los que el fin justifica los medios.

Y es que la cita, de ser cierta, tenía su aquél en aquel momento. No crean que no.

Habría que resaltar que, para los creyentes de los tiempos anteriores a la ciencia de la astronomía, las nubes y el cielo, en sentido amplio, eran el hogar de los dioses. De todos los dioses. Entre ellos el dios judeocristiano.

Así se manifiesta en el Antiguo Testamento. En concreto en Génesis 28:12, cuando Jacob sueña con una escalera por la que suben y bajan ángeles.

Una escala que conecta la Tierra con el cielo. Sin duda una cuestión de creencia y, por tanto, de fe.

Pero si alguien que había estado allí arriba, afirmaba no haber visto al buen Dios, entonces la cosa cambiaba.

La credibilidad de la creencia se podría resentir bastante con tal afirmación. Con lo que el trasunto del asunto religioso se podría complicar también. Mala cosa para los católicos.

Por suerte, gracias a la ciencia, los tiempos han cambiado. Y con ellos los hombres y sus creencias. Hoy nadie piensa así. Me refiero a lo del cielo.

De la que sí tenemos certeza que pronunció, el primer humano en el espacio es la de: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”.


Tan conmovido le dejó el espectáculo que se ofrecía ante sus ojos. No era para menos. (Continuará)

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