En este caso la llegada de la primavera que, como seguro saben, empezó de manera oficial, según el Convenio Astronómico, a las 00,21 horas del pasado lunes 21 marzo.
Una estación que durará 92 días y 18 horas, hasta la llegada del verano, el próximo 21 de junio. Es lo que tiene la primavera que dura lo que tarda en llegar el verano.
Además se trata de la época del año en la que la longitud del día se alarga más rápidamente. Y así, el Sol sale por las mañanas casi dos minutos antes que el día anterior y por la tarde se pone un minuto más tarde.
Es decir que el tiempo que nuestro astro está por encima del horizonte aumenta casi tres minutos cada día. Por supuesto que me estoy refiriendo a nuestro hemisferio Norte, donde hemos pasado del invierno a la primavera.
Como bien saben en el hemisferio Sur están recién salidos del verano y acaban de entrar en el otoño.
Conviene recordar que el inicio de las estaciones, por convenio, viene dado por aquellos instantes en los que la Tierra se encuentra en unas determinadas posiciones en su órbita alrededor del Sol.
Son cuatro posiciones conocidas con los nombres de equinoccios de primavera y otoño y solsticios de verano e invierno. La del pasado 21 fue naturalmente el equinoccio de primavera.
¿Qué significa equinoccio?
Se trata de un término que se suele utilizar con diferentes significados, según para qué lo queramos. Y así.
El primero de los significados ya lo hemos adelantado y es de carácter estacional. Equinoccio significa cambio de estación. Un cambio que, coloquialmente, los humanos lo interpretamos como que se produce a lo largo de todo el día.
Equinoccio es pues, el día que cambiamos de estación. Y sabemos que existen dos equinoccios, el de primavera y el de otoño.
Pero, etimológicamente, la palabra equinoccio proviene del latín aequinoctĭum y significa “noche igual”. Lo que nos aporta un segundo significado, éste es de carácter temporal. Se trata de una fecha muy particular.
En concreto de aquella en la que la duración del día coincide, prácticamente, con la de la noche, en todos los lugares del planeta.
Excepción hecha, naturalmente, de los polos que se encuentran a igual distancia del Sol, por lo que la luz solar cae por igual en ambos hemisferios.
El tercero de los significados es de carácter espacial. Y algo hemos dicho ya. Al igual que los solsticios, los equinoccios se corresponden con una posición relativa del Sol y la Tierra.
En este caso cuando el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre, donde alcanza el cenit. Entonces el paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste coinciden.
Una coincidencia que dura sólo un instante de tiempo. Es decir que el cambio astronómico, no el coloquial, de estación se produce instantáneamente.
Así que no es una fecha. No dura un día entero. Aunque acostumbremos a llamar equinoccio o solsticio al día en el que ocurre ese instante.
Por último comentar que, debido a ciertos factores como la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol (año trópico) o a la existencia de años bisiestos, el equinoccio de primavera puede llegar, como mucho, en tres fechas distintas a lo largo del calendario, del 19 al 21 de marzo
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