Está entre nosotros desde 1870, la que es líder de las bebidas espirituosas.
De su fábrica de Badalona, en Barcelona, donde aún se conserva la sala de destilación original, salen cada año nada menos que tres millones y medio (3 500 000) de botellas de anís.
De su fábrica de Badalona, en Barcelona, donde aún se conserva la sala de destilación original, salen cada año nada menos que tres millones y medio (3 500 000) de botellas de anís.
Y hoy, como hace 140 años, mantiene la misma etiqueta. Un mono sosteniendo en su mano izquierda una botella de anís, y en la derecha un pergamino con una críptica leyenda:
"Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento".
Por cierto que la etiqueta original nació con un error tipográfico. Pone Destillación en lugar de destilación. Una errata que se ha mantenido durante los 140 años de vida.
Naturalmente ya lo habrá reconocido la marca es Anís del Mono. Y el mono tiene la cara de... Charles Darwin. O eso dicen. Que ya veremos. Lo será o no.
Pero vayamos por parte ¿Cómo se llegó a esta extraña mezcolanza publicitaria de unir un licor, el anís, un animal, el mono y un científico, el gran Darwin?
Estarán conmigo que sabe raro esto de preparar un combinado de bebida alcohólica, teoría de la evolución y uno de los genios de la humanidad ¿Qué es lo que sabemos de cierto?
“Sam el jabonoso” y “el buldog de Darwin”
Al parecer la feliz idea publicitaria la tuvieron unos industriales españoles. Y es que no habían pasado ni diez años, del controvertido debate que tuvo lugar en 1860, en la Universidad de Oxford.
Una disputa que vino motivada por la publicación, en 1859, del famoso libro “Acerca del origen de las especies” de Charles Darwin. Un auténtico escándalo para la época.
Las posturas enfrentadas ya se las imagina: creacionismo por un lado y evolucionismo por otro. Los contendientes son también conocidos.
En defensa del creacionismo, el obispo anglicano de Oxford, Samuel Wilberforce. Profesor de Teología y de Matemáticas, conferenciante vehemente y brillante polemista. Por la costumbre que tenía, de frotarse las manos mientras predicaba, era conocido como “Sam el jabonoso”.
El rival del obispo no fue otro que el joven biólogo Thomas H. Huxley, acérrimo defensor de la evolución, y a quien le encantaba una buena discusión más que a un tonto un lápiz.
Huxley había decidido, motu proprio, que Darwin -que nunca quiso defender en público sus ideas evolucionistas- necesitaba que alguien le protegiera. Y pensó que no había nadie mejor que él para esa misión.
Le gustaba llamarse “el buldog de Darwin”.
Hasta aquí los hechos constatados. El resto de la historia que les traigo se basa sólo en hipótesis.
Y son varias las conjeturas y explicaciones que hay, acerca del porqué del curioso nombre del anís y del, no menos curioso y polémico, logotipo de la marca.
A la primera de ellas la he llamado la hipótesis de la revancha creacionista. Ahora verán la razón.
Hipótesis de la revancha creacionista
Hemos de pensar que en aquella época, mediados del siglo XIX, no todo el mundo, por no decir casi nadie, admitía que el hombre fuera un mero pariente de los simios.
No pocos estaban convencidos de que los humanos, habíamos sido creados a partir del barro y el famoso, y también divino, soplo de vida.
No pocos estaban convencidos de que los humanos, habíamos sido creados a partir del barro y el famoso, y también divino, soplo de vida.
Es decir que éramos una especie aparte. Por lo que no es de extrañar que les parecía una idea repugnante, y totalmente rechazable, esa de la evolución que propugnaba el tal Darwin. Y de este rechazo nace esta hipótesis.
Cuentan que uno de los indignados fue el fabricante del badalonés Anís del Mono. Y que tal fue su enfado que, para burlarse, en las etiquetas de este licor, colocó un mono con la cara de Darwin.
Es el mismo simio que aparece aún hoy sosteniendo la botella de anís. Dicen que basta mirar la etiqueta de cualquiera de esas botellas y una fotografía de Darwin, para comprobar la semejanza entre ambas caras.
No sé que decirles. A mí no me lo parece.
Pero puede que sea cierta esta hipótesis. Lo malo es que hay otras.
Hipótesis del mono de América
Ésta es más prosaica. Según otras fuentes, el propietario de la destilería de anís poseía una flota de buques mercantes. Y cuentan que en uno de sus viajes le trajeron de América un mono (Continuará)
esta cachondo
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