A principios del año en curso les escribía de la Aspirina, recién cumplidos sus primeros 110 años de vida.
De sus aplicaciones qué les voy a contar que ustedes no sepan. Todos la hemos utilizado como analgésico, antipirético y antiinflamatorio, y lo hemos hecho en infinidad de dolencias.
Desde dolores de cabeza hasta tuberculosis, pasando por gripes, gonorrea y cualquier tipo de inflamación, como amigdalitis, rinitis, artritis o cistitis.
Pues bien, pasado medio año, he aquí que la Aspirina vuelve por méritos propios a esta enrocada palestra.
De un lado se estima que, de este medicamento universal, sintetizado por primera vez en 1897, se publican unos 3500 estudios científicos al año. Bueno de la Aspirina como tal no, sino de su principio activo: el ácido acetilsalicílico.
Y del otro sucede, que no dejan de hallarle nuevas propiedades. Creo que les conté que hace unos años, la Organización Mundial de la Salud declaró que, el hecho de tomarla con cierta frecuencia, podría reducir a la mitad las muertes producidas por afecciones del corazón y accidentes cerebrovasculares.
Está claro que se trata de un fármaco que nunca dejará de sorprender porque, a día de hoy, se le han encontrado nuevas virtudes salutíferas.
Otros efectos terapéuticos novedosos y prometedores. Entre ellos:
a) Puede disminuir en un 40% el peligro de desarrollar un cáncer de esófago. También parece que se muestra efectiva para prevenir otros tumores.
b) Además este fármaco de Bayer alivia el dolor de cabeza en el 52% de los pacientes que sufren de migraña.
c) También se ha mostrado efectiva en el síndrome de la clase turista. Ya saben el que va asociado a los largos trayectos aéreos, y que consiste en una trombosis profunda.
d) Se estima que la ingesta de 325 mg al día reduciría un 14% el riesgo de sufrir la diabetes tipo 2, que suele aparecer en adultos.
e) Por último, en experimentos realizados con ratones la aspirina se ha mostrado eficaz para combatir la osteoporosis. Esperemos que también ayude a combatir la pérdida de masa ósea en humanos.
De la importancia del fármaco nos da una idea el hecho de que Ortega y Gasset, en su momento, acuñara un neologismo relacionado con él: aspirinizar.
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