domingo, 25 de julio de 2010

A propósito de las pulseras Power Balance (IV)

(Continuación) Sólo que ahora, en esta ocasión, el timo llega revestido de aparente 'hi-tech'.

De supuesta alta tecnología que ya ven, es de la primera mitad del siglo pasado.

Y que ya no hablamos de metal sino de un primo del neopreno.

Y el poder curativo no emana de la magnetita sino de ¡¡tatán!! los hologramas.

Vamos que los imanes ya no curan. Están ‘out’.

Ahora lo que mola son las fotografías tridimensionales.

¡Cómo es posible que la gente pique en estos timos tan burdos!

El poder de la sugestión
Pues está claro. Porque cree que con ellas puestas su salud mejora. Es el poder de la sugestión. Y es que las personas creemos en todo aquello que necesitamos creer. Somos así.

Estamos hechos de la misma materia que están hechos los sueños.

Por eso no faltan personas que afirman sentirse mejor con ellas puestas. Personas a las que si, además, le dicen que si nada más levantarse mira treinta segundos hacia la salida del Sol, todo le marchará bien, seguro que también lo harán.

E incluso creerán que funciona y les dirán que se sienten mucho mejor tras la levantina visión mañanera.

Pero esto ya es sabido. Se llama efecto placebo. Bendito efecto. Cuántas barbaridades se ha dicho en tu nombre.

Claro que esas mismas personas, también se sentirían mal, muy mal, si lo que les hubieran dicho es que las frecuencias almacenadas en la pulserita, podrían interferir con su energía vital y provocarles mutaciones monstruosas, cáncer incluido.

Se lo creerían y la apartarían de su lado. Es pura sugestión.

Pero por supuesto, ni de una ni de otra afirmación hay pruebas. No las puede haber porque son falsas.

De hecho, hay tantas pruebas de esto último, como de la efectividad de las pulseras Power Balance. Es decir ninguna.

¿Qué dice la experimentación científica?
Pues que sus supuestas propiedades benéficas no sólo son falsas por increíbles, sino por incomprobables.

A pesar de ser requerida para ello, la compañía no ha podido presentar hasta hoy día, ningún estudio empírico escéptico, ni propio ni independiente, que apoye sus afirmaciones.

En realidad las pruebas que se han realizado, lo único que demuestran es que estamos ante un puro efecto placebo, embadurnado con testimonios e imágenes de famosos y recubierto de un pseudocientifismo incomprensible para la mayoría de la población.


Y esto por decirlo de forma suave.

Porque no son pocos los profesionales, relacionados con el mundo de la medicina y el deporte, que niegan las supuestas propiedades de esta pulsera de plástico y que rechazaron en su momento, una jugosa oferta económica para promocionarlas.

Entre las supuestas propiedades, una de las más alabadas es la de aumentar el equilibrio. Si por desgracia usted ya la ha comprado, sabrá que la presentan como la prueba definitiva de su autenticidad.

En realidad es la "prueba del nueve" para que algunos piquen el anzuelo.

Consiste en probar cómo estamos de reflejos a la pata coja, con y sin la pulsera puesta.

Sí, no me pregunten, pero es así.

Ya. Que hay que ser muy simple para creérsela. Pero qué quieren.

Las personas creemos en todo aquello que necesitamos.

Perdone si es usted uno de los damnificados. (Continuará)

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