Hasta hace unos días, Benjamín y Ángela Ihegboro, eran un matrimonio británico de origen nigeriano, como otros muchos de Londres.
Bueno, ellos tenían una alegría añadida.
Ángela estaba embarazada. La pareja esperaba el tercero de sus hijos.
Después de dos varones, venía la niña. Un sucedido de lo más normal. Que no obstante no llegó a serlo tanto. Con ella, con la pequeña, vino la sorpresa. Una sorprendente sorpresa.
A diferencia del resto de su familia, negros y con los ojos oscuros, el bebé nació con la piel blanca, el pelo rubio y los ojos celestes. Un nacimiento extraordinario.
Un nacimiento extraordinario
Así es como lo calificaron los propios padres de la niña, los médicos del Queen Mary´s Hospital de Londres donde nació y el profesor Bryan Sykes, experto en Genética humana de la Universidad de Oxford.Hasta le pusieron un apodo: “pequeño milagro”. Pero ¡hombre, por Dios! ¡Qué nombre es ése!
De entrada, de ser un milagro no sería, precisamente, pequeño. Y de salida, hay un problema, los milagros no existen.
Naturalmente, antes de emitir tal juicio, los profesionales cubrieron todas las posibilidades posibles.
En primer lugar descartaron que la criatura fuera albina. Fue el más inmediato.
Después se aseguraron que no hubiera mezcla racial en su árbol genealógico.
Ningún tipo de ascendencia de otro color, que justificara los rasgos de la neonata. Resultó más laborioso de realizar.
Por último, y éste fue el más delicado, se intentó averiguar si la mujer había sido infiel. Al decir de Ben, su esposo, su mujer no le fue infiel y asegura que él es el padre de la criatura. Que la niña es suya.
De ahí, lo de nacimiento extraordinario. Que fue lo que se publicó en los medios de comunicación. Algo increíble, pero real.
Un nacimiento en contra de las leyes de la genética
Sin embargo, desde el punto de vista de la Ciencia, el asunto tiene más enjundia. No se trata de creer o no creer. La ciencia no va de eso.Por eso, ante el desconcierto que ha producido la llegada al mundo de la niña, y descartadas las anteriores y posibles razones, los científicos se lo han pensado.
En un intento de explicación de este nacimiento, a todas luces en contra de las leyes de la genética, los expertos apuntan a la idea de que se haya producido una mutación genética desconocida hasta ahora.
Algo, la verdad, muy improbable.
Y que por supuesto es, un tiro por elevación que suena a evasiva. Una respuesta “ad hoc”. Pero es que no pueden decir otra cosa.
Faltan datos que expliquen los rasgos de la niña a la que, por cierto, sus padres le han puesto de nombre Nmachi, que significa 'la belleza de Dios'. Es bonito. Me gusta.
Tirando de lógica
Volviendo al nacimiento, y tirando de lógica, la respuesta estarán conmigo que pasa por lo que pasó antes del nacimiento ¿Es Ben el padre?Aunque ahora su respuesta es afirmativamente rotunda, dicha rotundidad ha tenido fases. Normal.
Empezó admitiendo que se sorprendió mucho cuando nació y que es cierto que la idea de que no era su hija rondó por su cabeza.
De hecho comenta que, incluso, bromeó con su mujer: "Oye, de verdad, ¿la niña es mía?".
Broma aparte, según él, pronto descartó la idea. Y afirma de forma tajante, que se trata de su hija.
Dice que lo sabe por la forma en la que la niña lo mira.
Yo sólo por esas palabras, estoy seguro de que acierta. Que la niña está con sus verdaderos padres. Con su familia. En su casa.
Gestos como éste los he visto antes, y nunca mueven a error. Se llama amor de padre.
Por eso, y dando por sentado que la pequeña Nmachi es hija biológica del matrimonio, pienso que quizás convendría investigar más en las líneas de ascendencia de los padres. (Continuará)
Me gusta mucho como escribes, muy ameno, muy ágij, en fin... que lo haces muy bien y debieras escribir un libro.
ResponderEliminarUn abrazo
Geles
Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarEres muy amable.
Un saludo.
Carlos Roque Sánchez