(Continuación) En dicha muestra, ya se lo habrán imaginado, fue clave la figura de Antonio Machado y Núñez.
Un más que tardío y discreto reconocimiento al abuelo de Antonio y Manuel.
Unos nietos artistas que, sin pretenderlo, eclipsaron la figura de su abuelo, el científico. Estas cosas pasan.
Un fenómeno éste que siempre ha sido así. En nuestra sociedad los artistas tienen más repercusión que los científicos.
Un problema de cultura sin superar aún. Estas cosas pasan también.
Otro científico y otra ciudad tiraron también del carro de la cultura de la época.
La ciudad fue Granada y el sevillano Rafael García Álvarez, catedrático de Física y Química de Enseñanza Secundaria, el científico. Un colega.
Como Machado, este profesor dio a conocer el darwinismo siempre que pudo y desde donde pudo.
No sólo lo publicó en una serie de artículos en la Revista de Andalucía.
Sino que lo incluyó en el discurso de apertura del curso académico del Instituto de Segunda Enseñanza Padre Suárez, del cual era director.
Como se podrán imaginar, el discurso se convirtió en un escándalo social. Y como consecuencia, el Sínodo de la diócesis consideró la obra de García como herética.
Tanto fue, que la incluyó en el Índice de libros prohibidos. Como ven en todas partes cuecen habas. Y en algunos sitios a calderada.
No obstante, y a diferencia de Machado y Núñez, a García Álvarez le llegaría el reconocimiento en vida, gracias a la concesión de un premio del certamen científico del Ateneo almeriense.
Cabe destacar también, entre el muy reducido número de científicos españoles que podían hablar con verdadera autoridad de las teorías darwinistas, al sevillano Salvador Calderón y Arana que ocupó la cátedra de Machado, tras su marcha a Madrid.
A Juan Vilanova y Piera en Cataluña y Augusto González de Linares en Galicia.
Entre sus familiares se cuenta Agustín Durán, uno de los primeros recopiladores y estudioso de nuestro Romancero.
Del matrimonio nació un único hijo, Antonio Machado Álvarez, padre de los poetas Antonio y Manuel. Una familia a tener en cuenta, por las dos ramas.
Y sobre todos, la abuela Cipriana ejerció una gran influencia. Ella fue la base del hogar.
Otro día les hablo de ella y de Antonio Machado Álvarez. Aunque quizás les suene más como Demófilo. Sí, seguro. (Continuará)
Un más que tardío y discreto reconocimiento al abuelo de Antonio y Manuel.
Unos nietos artistas que, sin pretenderlo, eclipsaron la figura de su abuelo, el científico. Estas cosas pasan.
Un fenómeno éste que siempre ha sido así. En nuestra sociedad los artistas tienen más repercusión que los científicos.
Un problema de cultura sin superar aún. Estas cosas pasan también.
Darwinistas andaluces
Justo es decir que en la tarea divulgadora del darwinismo en Andalucía, Machado y Sevilla, no estuvieron solos.Otro científico y otra ciudad tiraron también del carro de la cultura de la época.
La ciudad fue Granada y el sevillano Rafael García Álvarez, catedrático de Física y Química de Enseñanza Secundaria, el científico. Un colega.
Como Machado, este profesor dio a conocer el darwinismo siempre que pudo y desde donde pudo.
No sólo lo publicó en una serie de artículos en la Revista de Andalucía.
Sino que lo incluyó en el discurso de apertura del curso académico del Instituto de Segunda Enseñanza Padre Suárez, del cual era director.
Como se podrán imaginar, el discurso se convirtió en un escándalo social. Y como consecuencia, el Sínodo de la diócesis consideró la obra de García como herética.
Tanto fue, que la incluyó en el Índice de libros prohibidos. Como ven en todas partes cuecen habas. Y en algunos sitios a calderada.
No obstante, y a diferencia de Machado y Núñez, a García Álvarez le llegaría el reconocimiento en vida, gracias a la concesión de un premio del certamen científico del Ateneo almeriense.
Cabe destacar también, entre el muy reducido número de científicos españoles que podían hablar con verdadera autoridad de las teorías darwinistas, al sevillano Salvador Calderón y Arana que ocupó la cátedra de Machado, tras su marcha a Madrid.
A Juan Vilanova y Piera en Cataluña y Augusto González de Linares en Galicia.
La vida sigue
Y en el ínterin de estos sucedidos, Antonio Machado y Núñez se casó con la sevillana Cipriana Álvarez Durán, pintora de talento y gran folklorista.Entre sus familiares se cuenta Agustín Durán, uno de los primeros recopiladores y estudioso de nuestro Romancero.
Del matrimonio nació un único hijo, Antonio Machado Álvarez, padre de los poetas Antonio y Manuel. Una familia a tener en cuenta, por las dos ramas.
Y sobre todos, la abuela Cipriana ejerció una gran influencia. Ella fue la base del hogar.
Otro día les hablo de ella y de Antonio Machado Álvarez. Aunque quizás les suene más como Demófilo. Sí, seguro. (Continuará)
Me agradaría mucho que acabara este trabajo sobre los Machado, incluido un antepasado que creo se ha descubierto recientemente
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