(Continuación) Me llegó hace unos meses al correo electrónico. Y, aunque es bueno, he preferido congelarlo por un tiempo, antes de exponérselo.
Cuando lo lean comprenderán porqué.
Tiene que ver con un pollo que vuela. Juzguen ustedes.
Un ingenioso dispositivo diseñado de forma conjunta por la Agencia de Aviación Norteamericana (FAA) y la NASA, y destinado a comprobar vía experimental, la resistencia del cristal de los parabrisas de las aeronaves, al impactar con un ave en vuelo.
Una investigación muy conveniente y necesaria.
En esencia se trataba de una especie de cañón que disparaba a determinada velocidad, un pollo muerto en dirección al parabrisas de un avión, que estaba en reposo en tierra.
Se simulaba así la realidad en la que, como sabemos, ambos están en movimiento. Una variante más segura, a qué dudarlo.
En definitiva Mecánica Clásica, entendida en el sentido newtoniano.
Con los datos técnicos del disparo se procuraban reproducir todas las condiciones mecánicas (cinemáticas, dinámicas, energéticas), con las que el ave alcanzaría al avión en vuelo.
De modo que si el parabrisas resistía la prueba del impacto del pollo en el laboratorio, también superaría una colisión con un pájaro en un vuelo real. Y del dicho al hecho.
En la práctica, el dispositivo funcionó a la perfección en los centenares de pruebas efectuadas por la NASA y la FAA. De ahí que mostraran interés por él los ingenieros españoles.
Querían utilizarlo con los parabrisas de las nuevas locomotoras del AVE. Y le pidieron uno. Pero…
En el primer tiro que realizaron el pollo reventó el vidrio frontal, destrozó el panel de instrumentos, rompió el asiento del maquinista, malhirió a uno de los ingenieros presente en la prueba, hirió a dos técnicos, atravesó la cabina de la locomotora, perforó el tabique y se empotró en la pared delantera del primer vagón. Impresionante.
Por supuesto no se atrevieron a realizar un segundo tiro. Alarmados se preguntaban, ¿qué había pasado? Estaban desorientados.
Repasaron de nuevo las condiciones del experimento, analizaron los efectos, vieron los vídeos de la prueba, tomaron declaración de los testigos oculares, interpretaron los resultados obtenidos, redactaron informes, etcétera.
Y nada. Por más vueltas que le dieron, no encontraban ninguna explicación.
La razón del mal resultado de la prueba o una corrección de lo que se hubiera hecho mal. Una nueva versión de “Houston, tenemos un problema”.
No había pasado ni una semana y les llegó la contestación. Era sorprendente la rapidez que se habían dado. Llegó en dos sobres cerrados, numerados y con un texto.
En el que llevaba el número 1 rezaba: VALORACIÓN PERSONAL PARTICULAR. En el que llevaba el número dos decía: CONSIDERANDO PROFESIONAL.
Al abrir el primero leyeron. RECOMENDACIÓN: “Busquen la novena entrada de la página 1039 del Diccionario de la Lengua Española de la RAE, edición vigésima primera”.
En el segundo, el de la consideración profesional, venía la solución. Breve, directa, seca. Decía así:
“En la próxima prueba van a repetir los mismos parámetros anteriores pero van a introducir una variante: ¡Descongelen al pollo, previamente!”.
Sin duda España sigue siendo diferente.
Por mi parte nada más. Ya me dirán ustedes cual es la respuesta a lo que venía dentro del sobre 1.
El de la VALORACIÓN PERSONAL PARTICULAR, y donde recomendaban buscar la novena entrada de la página 1039 del Diccionario de la Lengua Española de la RAE, edición vigésima primera.
Pero, por si no se quieren molestar, se la adelanto. Perdonen pero la entrada es: GILIPOLLAS
Cuando lo lean comprenderán porqué.
Tiene que ver con un pollo que vuela. Juzguen ustedes.
El sucedido del pollo volador
A finales del pasado siglo XX, y con la puesta en marcha en nuestro país de los trenes de alta velocidad, los ingenieros españoles mostraron interés por lo que se dio en llamar el “cañón de pollos”.Un ingenioso dispositivo diseñado de forma conjunta por la Agencia de Aviación Norteamericana (FAA) y la NASA, y destinado a comprobar vía experimental, la resistencia del cristal de los parabrisas de las aeronaves, al impactar con un ave en vuelo.
Una investigación muy conveniente y necesaria.
En esencia se trataba de una especie de cañón que disparaba a determinada velocidad, un pollo muerto en dirección al parabrisas de un avión, que estaba en reposo en tierra.
Se simulaba así la realidad en la que, como sabemos, ambos están en movimiento. Una variante más segura, a qué dudarlo.
Experimento en busca de teoría
El funcionamiento del método estaba basado en el concepto físico de movimiento relativo y en los Principios del Momento Lineal o Cantidad de Movimiento y de la Energía.En definitiva Mecánica Clásica, entendida en el sentido newtoniano.
Con los datos técnicos del disparo se procuraban reproducir todas las condiciones mecánicas (cinemáticas, dinámicas, energéticas), con las que el ave alcanzaría al avión en vuelo.
De modo que si el parabrisas resistía la prueba del impacto del pollo en el laboratorio, también superaría una colisión con un pájaro en un vuelo real. Y del dicho al hecho.
En la práctica, el dispositivo funcionó a la perfección en los centenares de pruebas efectuadas por la NASA y la FAA. De ahí que mostraran interés por él los ingenieros españoles.
Querían utilizarlo con los parabrisas de las nuevas locomotoras del AVE. Y le pidieron uno. Pero…
… Spain is different
Nada más tenerlo en su poder, los ingenieros españoles procedieron a instalarlo y realizar unas pruebas con un tren, en una estación que habilitaron al efecto.En el primer tiro que realizaron el pollo reventó el vidrio frontal, destrozó el panel de instrumentos, rompió el asiento del maquinista, malhirió a uno de los ingenieros presente en la prueba, hirió a dos técnicos, atravesó la cabina de la locomotora, perforó el tabique y se empotró en la pared delantera del primer vagón. Impresionante.
Por supuesto no se atrevieron a realizar un segundo tiro. Alarmados se preguntaban, ¿qué había pasado? Estaban desorientados.
Repasaron de nuevo las condiciones del experimento, analizaron los efectos, vieron los vídeos de la prueba, tomaron declaración de los testigos oculares, interpretaron los resultados obtenidos, redactaron informes, etcétera.
Y nada. Por más vueltas que le dieron, no encontraban ninguna explicación.
"Houston, tenemos un problema"
Por eso, ni cortos ni perezosos, hicieron con toda la información un dossier, lo empaquetaron y lo enviaron a los EEUU. Les pedían su opinión al respecto.La razón del mal resultado de la prueba o una corrección de lo que se hubiera hecho mal. Una nueva versión de “Houston, tenemos un problema”.
No había pasado ni una semana y les llegó la contestación. Era sorprendente la rapidez que se habían dado. Llegó en dos sobres cerrados, numerados y con un texto.
En el que llevaba el número 1 rezaba: VALORACIÓN PERSONAL PARTICULAR. En el que llevaba el número dos decía: CONSIDERANDO PROFESIONAL.
Al abrir el primero leyeron. RECOMENDACIÓN: “Busquen la novena entrada de la página 1039 del Diccionario de la Lengua Española de la RAE, edición vigésima primera”.
En el segundo, el de la consideración profesional, venía la solución. Breve, directa, seca. Decía así:
“En la próxima prueba van a repetir los mismos parámetros anteriores pero van a introducir una variante: ¡Descongelen al pollo, previamente!”.
Sin duda España sigue siendo diferente.
Por mi parte nada más. Ya me dirán ustedes cual es la respuesta a lo que venía dentro del sobre 1.
El de la VALORACIÓN PERSONAL PARTICULAR, y donde recomendaban buscar la novena entrada de la página 1039 del Diccionario de la Lengua Española de la RAE, edición vigésima primera.
Pero, por si no se quieren molestar, se la adelanto. Perdonen pero la entrada es: GILIPOLLAS
muy entretenida pero larga esta serie acerca del pollo.
ResponderEliminarEl chiste se inventó en E.U. para reirse de la Tecnología de Rusia
ResponderEliminarAquí se ha adaptado para desprestigiar al AVE y a los Ingenieros españoles
(en España no se venden los pollos congelados)