Su título en español no deja lugar a dudas. Es lo que enuncia. Una historia abreviada de la Ciencia.
La sorpresa viene cuando se lee el título original, “Science. A four thousand year history”. Lo que da que pensar.
En español es breve y en inglés son cuatro milenios. Una aparente paradoja idiomática.
No obstante, ya me adelanto, el texto de Patricia Fara (1948), su autora y profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Cambridge, y objeciones aparte, es una buena y apretada síntesis de una larga historia.
La primera de las objeciones proviene de su aparente brevedad y lo que implica.
Considerar sólo ese periodo de tiempo, implica dejar fuera de los límites del libro el rico legado de la prehistoria.
O lo que es lo mismo, la historia empieza con la escritura.
Lo que supone que se obvian numerosas joyas creativas como la rueda, el arado y, la fermentación alcohólica, entre otras aportaciones humanas que han enriquecido nuestra vida hasta el presente.
También es objetable el tratamiento que da al papel de la mujer en la ciencia. No sólo se limita a lo evidente: que fueron pocas y a menudo anónimas. Para ese viaje no hacen falta alforjas.
Sino que las ningunea.
Y así por ejemplo, no menciona a Hipatia de Alejandría, ignora a Bárbara McClintock y apenas dice nada de Marie Paulze, Madame Lavoisier. Algo imperdonable.
Pero no todo son objeciones. Con mucho acierto la profesora Fara se pronuncia en contra del hecho de considerar a los científicos como héroes.
Ella los retrata como “personas reales, hombres (y algunas mujeres) que tenían que ganarse la vida, que cometían errores, que pisoteaban a sus rivales y que a veces se aburrían y se ponían a hacer otra cosa”. Vamos como la vida misma.
Igualmente el libro refleja cómo la actividad científica avanza de forma errática y está llena de vacilaciones, fracasos y desviaciones sin fruto.
Y que sobre ella influyen toda suerte de poderes y motivaciones espurias o no confesables. Una contaminación inevitable en todo lo humano.
Por otro lado, también nos advierte que la investigación es una tarea colectiva y que la proporción de delincuentes entre la comunidad científica no tiene por qué ser inferior a la que se da en cualquier otro colectivo. Aunque tampoco mayor.
Organizado en siete partes que contienen siete capítulos cada una, se trata de un texto recomendable. Recuerden:
Breve historia de la Ciencia
Patricia Fara
Ariel. Barcelona, 2009.
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