Les hablaba la semana pasada de la existencia de un libro sobre la realidad de la faceta detectivesca del novelista Arthur Conan Doyle.
Lleva por título Conan Doyle, detective, por subtítulo Los crímenes reales que investigó el creador de Sherlock Holmes y su autor es Peter Costello.
Hasta donde sé, se trata del último libro escrito sobre A. C. Doyle. Un volumen en el que se recogen casos reales, en los que el autor escocés ayudó, de cierta forma, a Scotland Yard en la resolución de algunos casos criminales.
Y no sólo lo hizo con por la policía. También fue requerido por periodistas y, a veces, por personas que, considerándose inocentes, habían sido acusadas de algún delito. Cuando no lo hizo por él mismo, por iniciativa propia. 'Motu proprio'.
Lo cierto es que intervino en la investigación de muchos casos criminales no sólo en Gran Bretaña, sino también en Estados Unidos y Sudáfrica.
Por los resultados que obtuvo, sus dotes detectivescas quizá no estuvieron a la altura de su personaje. Algo que, por otro lado, era previsible. Sherlock es mucho Holmes.
Una diferencia a favor del ficticio detective, que no impidió que el fracasado doctor y exitoso escritor, tuviera un papel bastante relevante, como auténtico detective aficionado, en muchos de los casos.
La mayoría de ellos fueron muy famosos en su tiempo. Tanto que algunos han pasado a la posteridad.
Me vienen a la memoria los crímenes de Jack el Destripador, la misteriosa desaparición de Agatha Christie en 1926, la ejecución de Sacco y Vanzetti en 1927, o el injusto caso de George Edalji, recientemente novelado por Julian Barnes. Entre otros.
En todos, Conan Doyle, aplicó las habilidades de su más famosa criatura de ficción. Los estudió y analizó emulando a Holmes.
Realidad y ficción. O ficción y realidad. Juntas sin trampa ni cartón. Como se suele decir. No como en el televisivo CSI.
Grissom y Horatio no son Holmes. Ellos necesitan de los datos del último momento, que les proporciona la sofisticada tecnología de sus modernos laboratorios.
Por el contrario, a Holmes, le basta con su facilidad para la deducción de lo oculto, y su habilidad para el descarte de lo imposible.
Ya conocen una de las frases del morador del 221B de Baker Street: “Lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”.
Una afirmación que, por otro lado, tiene trampa. Recuerden:
Título : Conan Doyle, detective
Subtítulo : Los crímenes reales que investigó el creador de Sherlock Holmes
Autor : Peter Costello
Editorial : Alba, 2008
Lleva por título Conan Doyle, detective, por subtítulo Los crímenes reales que investigó el creador de Sherlock Holmes y su autor es Peter Costello.
Hasta donde sé, se trata del último libro escrito sobre A. C. Doyle. Un volumen en el que se recogen casos reales, en los que el autor escocés ayudó, de cierta forma, a Scotland Yard en la resolución de algunos casos criminales.
Y no sólo lo hizo con por la policía. También fue requerido por periodistas y, a veces, por personas que, considerándose inocentes, habían sido acusadas de algún delito. Cuando no lo hizo por él mismo, por iniciativa propia. 'Motu proprio'.
Lo cierto es que intervino en la investigación de muchos casos criminales no sólo en Gran Bretaña, sino también en Estados Unidos y Sudáfrica.
Por los resultados que obtuvo, sus dotes detectivescas quizá no estuvieron a la altura de su personaje. Algo que, por otro lado, era previsible. Sherlock es mucho Holmes.
Una diferencia a favor del ficticio detective, que no impidió que el fracasado doctor y exitoso escritor, tuviera un papel bastante relevante, como auténtico detective aficionado, en muchos de los casos.
La mayoría de ellos fueron muy famosos en su tiempo. Tanto que algunos han pasado a la posteridad.
Me vienen a la memoria los crímenes de Jack el Destripador, la misteriosa desaparición de Agatha Christie en 1926, la ejecución de Sacco y Vanzetti en 1927, o el injusto caso de George Edalji, recientemente novelado por Julian Barnes. Entre otros.
En todos, Conan Doyle, aplicó las habilidades de su más famosa criatura de ficción. Los estudió y analizó emulando a Holmes.
Realidad y ficción. O ficción y realidad. Juntas sin trampa ni cartón. Como se suele decir. No como en el televisivo CSI.
Grissom y Horatio no son Holmes. Ellos necesitan de los datos del último momento, que les proporciona la sofisticada tecnología de sus modernos laboratorios.
Por el contrario, a Holmes, le basta con su facilidad para la deducción de lo oculto, y su habilidad para el descarte de lo imposible.
Ya conocen una de las frases del morador del 221B de Baker Street: “Lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”.
Una afirmación que, por otro lado, tiene trampa. Recuerden:
Título : Conan Doyle, detective
Subtítulo : Los crímenes reales que investigó el creador de Sherlock Holmes
Autor : Peter Costello
Editorial : Alba, 2008
Grissom y Horatio no son Holmes. Ellos necesitan de los datos del último momento, que les proporciona la sofisticada tecnología de sus modernos laboratorios.
ResponderEliminarPor el contrario, a Holmes, le basta con su facilidad para la deducción de lo oculto, y su habilidad para el descarte de lo imposible.
Ya conocen una de las frases del morador del 221B de Baker Street: “Lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”. https://symcdata.info/el-arte-en-el-imperio-inca/