jueves, 14 de enero de 2010

¿Es cierto que cuando hace mucho frío es imposible que nieve? (I)

Las bajas temperaturas de estos últimos días han motivado esta pregunta en el blog. ¿Puede nevar si hace mucho, mucho, frío?

Pues bien. No les digo yo que sea tanto como imposible, pero sí que, según el frío que haga, la nevada se torne poco probable o muy improbable.

De hecho es casi seguro que mucho de ustedes, y en más de una ocasión, lo haya dicho u oído: “Hace demasiado frío como para que se ponga a nevar”. Y lo cierto es que esta predicción se suele cumplir.


Lo que no deja de ser paradójico, ya que parece contradecir una idea de sentido común: conforme más frío haga, más nevará. Y vemos que no es así ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué tiene que decir la ciencia?

Una aproximación explicativa
En una primera aproximación explicativa hemos de saber que para que nieve, hace falta que se cumplan dos requisitos.

Uno. Que haga frío, mucho frío. Es decir, temperaturas próximas a la de congelación del agua, o sea, alrededor de los cero grados Celsius, 0 ºC.

Una temperatura por debajo de la de saturación del aire, que hará que la humedad atmosférica sobrante se convierta en hielo.

Otro. Que en la atmósfera haya un grado de humedad, lo suficientemente alto, como para que se produzca una precipitación significativa, y en forma de nieve, merced a la baja temperatura. Es decir necesitamos que el aire tenga una gran cantidad de vapor de agua, H2O (g).

Dos condiciones necesarias por separado para que se produzca una nevada, pero no suficientes por sí mismas. Y es que el fenómeno de la nevada exige que se den las dos juntas.

Lo que es un problema. Ya que su superposición espacio temporal las hace excluyentes. Entran en conflicto existencial. Me explico.

Condiciones iniciales
Sucede que la capacidad del aire para mantener disueltas en su seno a las moléculas de vapor de agua, decrece de forma exponencial con la temperatura. De modo que conforme más frío esté el aire, menos agua puede contener. Les doy unos datos.

Si a 0ºC puede mantener 3,84 g de vapor por cada kg de aire; a -20 º C sólo mantiene 0,8 g/kg, y a -40 ºC a 0,08 g/kg. Ya ven porqué lo llaman exponencial. Disminuye que se las pela.

De modo que si hace mucho frío, una circunstancia que, por un lado, facilita que pudiera nevar, por otro, sin embargo, lo dificulta ya que reduce la cantidad de agua que habría en la atmósfera y que se pudiera congelar. Por eso los vientos gélidos suelen ser secos.

Y viceversa. Aunque haya mucha humedad en el aire, si la temperatura no es lo suficientemente baja, no se podrá congelar y caer como nieve.

Sería el caso de Sevilla, donde los vientos gélidos no suelen ser frecuentes y la humedad es elevada. (Continuará)

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