Un craso error les decía, lo de la fecha de la muerte de estos dos genios de la Literatura: Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) y William Shakespeare (1564-1616) producidas, en principio y según abundante bibliografía, el mismo día.
En efecto, la mayoría de los libros que consultemos nos informarán que ambos murieron el martes 23 de Abril de 1616, uno en Madrid (España) y el otro en Strafford-on-Avon (Inglaterra) respectivamente.
Y sin embargo esta datación tiene un error relacionado con el calendario vigente en cada país. Mientras en España ya se aplicaba el Calendario Gregoriano en esa fecha, en Inglaterra todavía no estaba vigente.
Lo que significa que esa datación para el autor albiónico era según el Calendario Juliano. Así pues, Shakespeare murió el martes 3 de Mayo de 1616 según el calendario ya oficial en ese año, no coincidiendo por tanto con Cervantes. Un baile de lunas fue el motivo por el que no murieron el mismo día.
Y no es la fecha de su defunción la única que baila en la biografía del escritor británico. Tampoco parece que haya unanimidad en la de su nacimiento.
Por tradición se celebra su cumpleaños el 23 de abril, cuando en su partida de bautismo, que se encuentra archivada en la iglesia de Santa Trinidad de Strafford-on-Avon, indica el 26 de abril. Se trata evidentemente, en este caso, de una confusión o error de transcripción.
Por último destacar que hoy día, todos los países occidentales (y virtualmente el mundo entero civilizado) utilizan hoy el Calendario Gregoriano. Lo que no sabemos es que nos deparará el futuro.
Una inexactitud que implica que cada 3300 años se acumule un día de diferencia. Lo que por ahora parece llevadero, pero que tendrá que ser corregido en su momento.
Una medida que tiene su aquel porque no resultará fácil saber cuándo habrá que tomarla. No sabremos en realidad, con exactitud, cuándo llegará el error acumulado a un día. Y lo peor es que el motivo parece complejo.
La cifra de la duración del año trópico no es del todo exacta, por lo que la velocidad de traslación de la Tierra, como la de rotación, no sólo van cambiando con los siglos, sino que lo hacen de una manera que no es predecible en su totalidad.
Un problema astronómico.
Ya veremos con el tiempo cómo se soluciona, aunque mucho me temo que ni ustedes ni un servidor estaremos aquí para contarlo. Antes de que se me olvide anoto que, para otra ocasión, les quiero contar la historia del calendario revolucionario según unos o republicano al decir de otros, que el nombre va en gustos.
En efecto, la mayoría de los libros que consultemos nos informarán que ambos murieron el martes 23 de Abril de 1616, uno en Madrid (España) y el otro en Strafford-on-Avon (Inglaterra) respectivamente.
Y sin embargo esta datación tiene un error relacionado con el calendario vigente en cada país. Mientras en España ya se aplicaba el Calendario Gregoriano en esa fecha, en Inglaterra todavía no estaba vigente.
Lo que significa que esa datación para el autor albiónico era según el Calendario Juliano. Así pues, Shakespeare murió el martes 3 de Mayo de 1616 según el calendario ya oficial en ese año, no coincidiendo por tanto con Cervantes. Un baile de lunas fue el motivo por el que no murieron el mismo día.
Y no es la fecha de su defunción la única que baila en la biografía del escritor británico. Tampoco parece que haya unanimidad en la de su nacimiento.
Por tradición se celebra su cumpleaños el 23 de abril, cuando en su partida de bautismo, que se encuentra archivada en la iglesia de Santa Trinidad de Strafford-on-Avon, indica el 26 de abril. Se trata evidentemente, en este caso, de una confusión o error de transcripción.
Por último destacar que hoy día, todos los países occidentales (y virtualmente el mundo entero civilizado) utilizan hoy el Calendario Gregoriano. Lo que no sabemos es que nos deparará el futuro.
Para el futuro, a largo plazo
Para el futuro, y como siempre, conviene tomar precauciones. De la primera ya estamos avisados. No debemos pasar por alto que el Gregoriano, nuestro actual calendario, a pesar de su mayor exactitud, también tiene su error.Una inexactitud que implica que cada 3300 años se acumule un día de diferencia. Lo que por ahora parece llevadero, pero que tendrá que ser corregido en su momento.
Una medida que tiene su aquel porque no resultará fácil saber cuándo habrá que tomarla. No sabremos en realidad, con exactitud, cuándo llegará el error acumulado a un día. Y lo peor es que el motivo parece complejo.
La cifra de la duración del año trópico no es del todo exacta, por lo que la velocidad de traslación de la Tierra, como la de rotación, no sólo van cambiando con los siglos, sino que lo hacen de una manera que no es predecible en su totalidad.
Un problema astronómico.
Ya veremos con el tiempo cómo se soluciona, aunque mucho me temo que ni ustedes ni un servidor estaremos aquí para contarlo. Antes de que se me olvide anoto que, para otra ocasión, les quiero contar la historia del calendario revolucionario según unos o republicano al decir de otros, que el nombre va en gustos.
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